jueves, 3 de noviembre de 2011

DEL OTRO LADO DEL FUTBOL: "ME GUSTA SACARME LOS BOTINES Y PONERME LOS BORCEGOS"

Mientras Cambaceres lucha ahora con la llegada del Ruso Da Ponte por engordar el promedio y no tener problemas con la categoría, sus jugadores tienen otra vida a la par de jugar en el club, de entrenar. Es que ese sueldo no alcanza, y hay que tener otra actividad para ayudar a la familia. Un caso entre varios es el de Nahuel Benavente, el volante del Rojo, el Negro, ese de 22 años, esposo de Verónica Villavicencio y papá del pequeño Bruno, el orgullo de la familia Benavente.

El Clásico interrumpió la actividad que tiene a la par del fútbol para hablar un poco del Rojo, pero sobre todo del otro trabajo que tiene, el de mayor sacrificio.

Cambaceres tiene un volante por la mañana que se entrena y que los fines de semana juega, pero la familia tiene en casa también un herrero o montador de estructuras, que es lo que hace con la empresa familiar que encabeza su papá Daniel.
“Es un trabajo complicado, hay que andar subiendo y bajando, trabajás mucho en la altura, mucho con el cuerpo y el desgaste que tenés es mucho. La verdad que llega los viernes y no querés saber más nada porque te cansa y el sábado hay que jugar y hay que estar bien de lo físico y de la cabeza”, contó después de la práctica con el plantel y antes de empezar a trabajar por la tarde en el otro oficio.
Nahuel Benavente se entrena a la mañana, deja la práctica y almuerza entre las 12.30 y las 13. Después, se cambia de ropa y arranca y le pega hasta las 18.
“En la familia somos herreros, hacemos rejas, techos, ahora estamos trabajando dentro de zona franca, en Astilleros, haciendo tinglados, galpones grandes, donde se guarda mercadería. Al oficio se lo denomina montador de estructura. La herrería es lo que se inició en la familia, y gracias a Dios se fue evolucionando y ahora estamos haciendo galpones y nos dedicamos a eso”, contó el Negro, que agregó que la familia Benavente es de Berisso y allí tienen una herrería que tiene a cargo Nicolás, uno de los hermanos de Nahuel. “También trabajan dos primos”, dijo.
Sin privilegios
Pese al doble turno en el trabajo, el jugador no cree que por eso deba tener privilegios en el club de Ensenada.
“Trato de respetar los dos lugares, porque los dos son mis trabajos, y uno busca acomodar los horarios y los tiempos para cumplir en los dos. Al fútbol lo tomo como algo profesional, quizás en el día de mañana me puede dejar plata, pero hoy no me alcanza para alimentar a mi familia, para vivir, pero me ayuda, aunque así y todo tengo que seguir trabajando. Por eso tuve en claro desde un comienzo que debía aprender un oficio al margen del fútbol, más allá de que es importante la oportunidad que la familia me da en este caso”.
Tiene 22 años, pero habla como un hombre mayor, grande, dice que la vida le ha mostrado cosas duras y él valora lo que tiene.
“El fútbol se puede terminar rápido y la vida sigue, y uno tiene que darle de comer a la familia. Y es feo, cuando el fútbol se termina, no saber de qué trabajar, es lindo saber un oficio, para desenvolverte en la vida”, dijo el Negro, que no se considera de una profesión u otra. “Me considero un jugador, más allá de que tenga que hacer las dos cosas a la vez. Me tira más el fútbol, pero el trabajo me gusta, ser herrero o montador de estructuras es algo que me gusta mucho. Hoy me considero las dos cosas. Me gusta sacarme los botines y ponerme los borcegos del trabajo. Tomo las dos cosas con la misma seriedad”.
Ideas claras
El trabajo con la familia lo llevó por Berisso, Ensenada, en Astilleros Río Santiago, en La Plata, City Bell y también Buenos Aires. “Ya estamos terminando acá en Astilleros”, explicó en la nota.
Desde los 13 años, Nahuel trabaja con su papá. Terminó la escuela, empezó la facultad, pero la tuvo que dejar. “Mi viejo me ayudó a que me inclinara por el fútbol y cuando llegué a Primera, empecé a trabajar porque no tenía para afrontar mis gastos, después me junté, fui papá y eso ayuda más a que uno deba decidirse por otro trabajo, aunque gracias a Dios mi señora también trabaja”.
¿El viejo tendrá consideración con el hijo cuando juega Camba? “Esto es una familia y tenemos consideraciones. El día que me toca jugar, me da el día y estoy agradecido por eso”, y agregó: “Me gustaría vivir un año al menos del fútbol, porque cansa salir de entrenar y venir a trabajar, hace mucho que lo hago y por más que tenga 22 años, el cuerpo lo siente, a veces decís que podría correr un poco más, pero el cuerpo no da y eso te duele, pero hay que seguir trabajando, haciendo igual las dos cosas. Los dos laburos son importantes”, afirmó Nahuel Benavente, que tiene una linda historia, que muchos deberían copiar y aprender.
FUENTE: Diario Hoy