lunes, 10 de agosto de 2020

APORTE DE ENSENADA A LA CIUDAD DE LA PLATA

El jalón inicial, en el acontecer histórico de la comarca platense, es el Fuerte de Barragán, situado en el actual partido de Ensenada. Allí, en 1736, fue emplazada una batería costera, destinada a defender, de los intentos expansionistas del imperio portugués, la margen occidental del Rio de la Plata. Las frecuentes crecidas del río, que aún hoy, continúan azotando el paraje, destruyeron la precaria construcción que fuera erigida inicialmente. Por este motivo, en 1799 fue levantada una fortaleza provista de mejores condiciones de seguridad, la cual se mantuvo, con ligeras variantes, hasta nuestros días. Resulta obvio señalar que, por distintas razones geográficas, históricas y técnicas, aquel reducto costero ha perdido, desde hace más de un siglo y medio, su capacidad operativa, pero, aún así, ha quedado como un testimonio de la decidida vocación soberana de nuestro pueblo.

En torno a este asentamiento primigenio, y a favor de la inmediata vecindad de un notable puerto natural descubierto en 1727, fue formándose, de manera espontánea, una población : Ensenada,fue oficialmente fundada con traza, reserva para plazas, iglesia, Cabildo y Casas Capitulares, el 5 de Mayo del año 1801. Los conocidos episodios de la invasiones inglesas, de 1806 y 1807, dieron notoriedad al incipiente villorio, puesto que el comandante del Fuerte, el Capitán de Navío Santiago de Liniers y Bremond, fue el adalid de la Reconquista y posterior Defensa de Buenos Aires, acciones ambas de las que participaron, según consta en los documentos de la época, " los jóvenes aptos de la Ensenada".

A fines de 1821 nació el Juzgado de Paz de Ensenada, escindido que fue del antiguo " pago de Magdalena", momento a partir del cual tomó entidad y nombre propios, prácticamente ya como partido provincial, el distrito ensenadense.

Pocos años después, en la vecindad de la amplia caleta natural que le diera origen y que motivara entusiastas juicios por parte de Moreno, Belgrano, Azara, Rivadavia, Deán Funes y otros próceres, se libraron combates durante la guerra con el Imperio del Brasil. Allí se registraron acciones cruentas y heroicas, algunas de ellas protagonizadas por el Almirante

Brown, que quedaron inscriptas con caracteres indelebles en la Historia Naval de la República. Durante el período rosista, el crecimiento de la comarca se vió sensiblemente disminuído. Las constantes persecuciones que padecieron los adversarios del gobierno provincial, a los que se les efectuaron exacciones y embargos, redujeron el ritmo de crecimiento que en décadas anteriores se había operado. Luego de Caseros, la zona asistió a un plausible renacer. La creación de la Corporación Municipal de Ensenada, registrada en 1854, transfirió la administración a los vecinos del pueblo. Ya no era la autoridad un solo juez omnímodo, que decidía a su arbitrio y parecer. Sin embargo, fue necesario que concluyera la prolongada y sangrienta lucha entre la Confederación y la Provincia, para que el flamante municipio adquiriera una intensa vida propia. Fue entonces cuando se hicieron notorios apellidos tales como Oliden, Cestino, Maciel, Ponce de León, Correas, Iraola, Clark, Bell, etc., la mayoría de los cuales quedaron posteriormente inscriptos en la nomenclatura del futuro distrito platense. Por supuesto, entre los años 1860 y 1870, el sitio más importante del asentamiento poblacional se hallaba en lo que hoy es el centro de la ciudad de Ensenada, y varios apellidos de los que hemos rescatado en el párrafo anterior, pertenecían a vecinos de ese pueblo, o a acaudalados estancieros del dilatado partido.

Fue a principios de la década de los años 70, cuando se produjeron tres fundaciones precursoras de la expansión notable, que con el tiempo, hubo de alcanzar el distrito. Ellas fueron Berisso y Tolosa en 1871, y Cambaceres, como apéndice inmediato de Ensenada, en 1872. El origen de estas poblaciones tuvo distintos motivos, pero las tres se vieron favorecidas en su progreso posterior, por el arribo del servicio ferroviario entre Buenos Aires y Ensenada, concretado el 31 de diciembre de 1872. Fácil resultaba advertir, pues, que el paraje iba alcanzando una importancia cada vez mayor. Al puerto original, cuyas bondades habían sido generosamente ponderadas, se habían anexado varias poblaciones y un medio de transporte, que para la época era la máxima expresión de progreso. El ferrocarril llegó, así, diez años antes de producirse la fundación de la nueva Capital, hasta el sitio donde se encuentra, actualmente, el Club de Regatas La Plata, en la vecindad de Río Santiago. Para trasladarse hasta las lomas, es decir a la zona de Tolosa y la estancia de Iraola, cuyo casco se encontraba, aproximadamente donde hoy se halla el campo de deportes del club Gimnasia y Esgrima de La Plata, era menester usar volantas, galeras o simplemente caballos de silla. El camino que llevaba hacia la zona alta, era el que actualmente se conoce como Camino Blanco o Camino Rivadavia, designación la primera que lo caracterizó durante más de ocho décadas en el siglo pasado, y que ha perdurado a través del tiempo. Esta ruta se comenzó a construir en 1819 y fue concluída en 1827, durante la guerra con el Imperio de Brasil. Sus sucesivos nombres de Camino Blanco y Camino Rivadavia, se debieron, en el primer caso, a las conchilla proveniente de las generosas canteras de la zona, que cubría el tramo vial, la cual contrastaba su blancura con el verdor de los campos adyacentes. Con respecto a su nombre actual, Rivadavia, se debe a un homenaje tributado al prócer, quién con más ahínco propendió a la construcción de este camino, que vinculaba la barranca primitiva, situada entre las actuales calles 120 y 122, con el puerto de la Ensenada. Es oportuno recordar, que este trayecto, de poco más de cinco kilómetros, fue cubierto a caballo, en numerosas ocasiones, por el gobernador Rocha, que llegaba en tren hasta Ensenada, y desde allí se trasladaba a las lomas, en tiempos en que se estaba realizando la construcción de la ciudad. La elección de las tierras altas de Ensenada, para asiento de la nueva ciudad, se decidió luego de efectuar numerosos estudios comparativos con otras importantes localidades bonaerenses. De la prolija investigación realizada entonces, surge que, Ensenada era, a la fecha de la fundación de La Plata, una de las más importantes localidades de la Provincia de Buenos Aires y, sin lugar a dudas, la que mejores perspectivas de progreso ofrecía , por sus notables posibilidades naturales. Podemos afirmar que, con la creación de la Capital provincial, asentada en sus mejores tierras, Ensenada perdió su identidad como partido provincial. Y cabe aquí una referencia complementaria, en 1882, el distrito de Ensenada poseía una superficie de 1087 kilómetros cuadrados, de los cuales, una vez reivindicado su derecho autonómico en 1957, le fueron restituídos solamente 98 km. Cabe agregar que, aparte de la decisiva reducción, las tierras recuperadas fueron las más bajas y gredosas, en su mayor parte bañados, quedando en jurisdicción de la nueva capital, naturalmente, las más altas y productivas.

La nueva ciudad, situada en tierras excelentes, atrajo, como un poderoso imán a los vecinos más representativos del antiguo pueblo. Es que los que habían sido por siempre anhelos frustrados , o sea, aguas corrientes, iluminación pública y domiciliaria,, pavimentos, escuelas, servicios sanitarios esenciales, etc., como por arte de encantamiento y con premura, fueron provistos a la nueva urbe. Significando, lógicamente, un sensible deterioro al erario de la provincia. En ese momento, todo el potencial bonaerense se volcó en la ciudad de Rocha, que surgió en un solo lustro, en los campos de Iraola.. Y simultáneamente, por contrario sensu, el viejo distrito ensenadense, que por su capital industrial y su dimámica productiva, ocupaba en la provincia, el segundo lugar, luego de San Nicolás de los Arroyos, comenzó a languidecer en forma manifiesta. Hasta 1884 las autoridades distritales residieron en Ensenada, recibiendo ese año, noticia de su extinción, debiendo trasladar a La Plata toda su documentación, conjuntamente con el archivo del Juzgado de Paz. Por otra parte varios de los hombres representativos de Ensenada fueron llamados a ocupar funciones jerárquicas en la nueva capital. Así, Domingo Gallino fue presidente del Concejo Deliberante, el médico Celestino Arce ocupó el decanato de la facultad de Ciencias Médicas, Luis Asnaghi fue designado presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, etc. En síntesis, quienes podían jerarquizar por su capacidad a la ciudad de Ensenada, se trasladaron a la urbe naciente, que se convirtió, así en meta obligada del progreso social. .

Desde 1883 hasta 1890, a pico y pala, se abrió un tajo profundo en la tierra ensenadense, para hacer el Dock Central, en el sitio que enlazaba a Ensenada y a la " Agrupación Berisso", como se denominaba al denso poblado que se había reunido, desordenadamente, en torno al Saladero " San Juan".. Esta excavación, convertida luego en la dársena principal del Puerto de La Plata, estableció una barrera definitiva entre dos corporaciones vecinales que mantenían entre sí una fluida interdependencia. Berisso pasó a ser, prácticamente una isla, ya que para conectarse con otros centros poblados, como por ejemplo Ensenada, sus vecinos debían hacerlo utilizando embarcaciones menores, que cruzaban el gran Dock. Y para acceder a La Plata, luego de llegar a Ensenada, debían recorrer el trayecto del Camino Blanco.

Este hecho fue plasmando dos idiosincracias totalmente distintas entre Ensenada y Berisso. Para Ensenada, La Plata fue el nuevo recinto, confortable y progresista, que surgía de sus entrañas. Era, en cierto modo y con otro nombre, la ciudad soñada que cumplía con creces las antiguas aspiraciones vecinales. Bersso, en cambio, se conformó con sentido " insular", acentuándose esta característica cuando la influencia inmigratoria se radicó en el suelo berissense, constituyendo colectividades inscriptas en la " isla" lugareña.

A fines del siglo 19, surgió, en jurisdicción de Ensenada el primer establecimiento naval, el que , con el tiempo, se convirtió en la Base Naval Río Santiago. Allí se instruyeron numerosos jóvenes, en la Escuela de Aprendices que se creó en ese ámbito. Y esa escuela, cuna de estupendos artesanos, limitó, aun sin quererlo, las perspectivas de la juventud ensenadense de obtener graduación en profesiones liberales. Tanto fue así, que mientras las demás poblaciones bonaerenses de antigua data y similar prestigio, tuvieron, desde principios de siglo, establecimientos de segunda enseñanza, Ensenada, por su condición · satelital", con respecto a La Plata, recién disfrutó de este insoslayable imperativo cultural, a partir de 1947, en la rama industrial y de 1960, en las orientaciones de magisterio, bachillerato y comercial.

Todo lo expuesto fue congelando las posibilidades de una población carente de servicios esenciales y de institutos de enseñanza media, destinados a superar las expectativas de su juventud. Así, la trascendencia de Ensenada para la apreciación de los forasteros, se redujo al " tipismo" de sus cafetines portuarios, a la elaboración del vino "patero", fabricado con " uva de la costa", a los restaurantes y cantinas dedicados a servir variedades de pescados, a la expansión del turismo golondrina en Punta Lara y las islas, a los carnavales plenos de ritmo y colorido, a ser una Babel de lenguas, en tiempos de alta actividad portuaria, a las casas "Non sanctas", insertas en el centro de la población, ya que se había tenido el pudor de no asociarlas al ejido de la nueva capital. A toda una serie, en fin, de folklóricos atributos que, por supuesto, no servían para ofrecer perspectivas de superación a los hijos del antiguo pueblo.

Todo lo que acabamos de reseñar, tuvo un precio oneroso y tal vez definitivo que, probablemente sea imposible revertir. Ensenada, con más de 1000 Kilómetros en 1882, segundo distrito de la provincia, después de San Nicolás de los Arroyos, se convirtió a partir de 1884 en trastienda de la magnífica urbe platense. Sin embargo, hoy mira con sincera admiración e íntima alegría, la opulencia cultural, espiritual y edilicia de su hija dilecta.

Tiene clara conciencia de cuanto ha perdido para su propia realización, quizás mucho más de lo que en su hora aportó a la ciudad naciente. Pero en medio de sus desniveles y baches, en medio del calor abrasador y la chatura de sus casas de chapa, en medio de la modestia de sus lugareños, hace muchos años atrás, reclamó y obtuvo la restitución de su autonomía. Quiso volver a ser, aún mutilada, dueña de su propia personalidad, quiso, con legítimo anhelo, volver a ser un nombre propio entre los partidos de la provincia de Buenos Aires

Cabe, finalmente, y como corolario ameno, narrar un cuento breve pero ilustrativo.

A fines del siglo 19, un matrimonio humilde ocupaba un amplio solar de su propiedad, situado frente a una ancha avenida carente de pavimento. Tal como se estilaba en aquellos tiempos, la casa habitación del laborioso matrimonio fue edificada en los fondos del terreno, para reservar la parte delantera al cultivo de flores, frutas y hortalizas. Un día, feliz, llegó el ansiado fruto de una hija. Con el tiempo, la hija creció , un día se casó, y los padres le cedieron la parte de adelante del terreno, y el nuevo matrimonio edificó allí, una suntuosa vivienda. Ya la amplia avenida había sido pavimentada, tenía tránsito intenso, y contaba con todos los adelantos del progreso que eran de apetecer. Obviamente, cada vez que arribaba una visita importante, era recibida en la casa suntuosa de la hija...

A través de estas páginas, y desde mi condición de bisnieto de ensenadenses, asentados en Ensenada aún antes de la fundación de La Plata, agradezco a la Sociedad Argentina de Escritores que en el jubiloso centenario de la estupenda capital de la provincia, haya querido recorrer, con esta evocación, la modesta casa de la madre.... .

Escrito de CARLOS ASNAGHI