Por Emiliano Roskell
Cuando decíamos que el Rojo se encontraba en el camino de la redención, no nos equivocábamos. La consistencia de las acciones llevadas a cabo por todo el equipo, refleja la idea clara y la convicción del juego que busca Carlos Da Ponte a través de su impronta. Cada fecha, a Cambaceres se le hace cuesta arriba la búsqueda de un buen resultado, ya que este torneo de la D es muy parejo, aguerrido y nada deja nada librado al azar.
Por la 8* fecha de dicho certamen, en la primera rueda, enfrentó a Lugano en el reducto José María Moraños, el difícil reducto de Tapiales. El anfitrión se le plantó al Rojo con un esquema cerrado, tratando de molestarlo y evitando que genere juego en el medio campo. Sin embargo, los primeros 25 minutos del encuentro el equipo del Ruso se animó jugando la pelota al pie, abriendo la cancha e intentando lastimar al rival con tal vez escasa eficacia y poca fortuna. Pasó el primer tiempo con mucha lucha y pierna fuerte al igual que en el segundo tiempo, y el Rojo nunca bajó los brazos y mantuvo su idea de ir a buscar el partido, porque sabe que en el camino de la redención hacia la gloria máxima, siempre se va a topar con obstáculos muy duros a la hora de emprender dicho camino. Por eso, es un claro abanderado de la perseverancia, la cual lo llevó a mantener la quietud y ser claro en la idea hasta el final. En un cierre para el infarto, llegó la recompensa con el gol convertido por Tomás Bravo, en tiempo de descuento, desatando la locura del pueblo ensenadense. Por eso, no debe bajar los brazos y mantener la constancia en su juego con calma y sin prisa para que la recompensa lo espere al final del camino, y se fundamente con el tan anhelado ascenso.