Para Lautaro Volpicello
fue su “bautismo de fuego”. Fue su estreno absoluto en el arco del Rojo. Fue el
sueño cumplido por el que tanto bregó cuando estaba en divisiones juveniles.
Hace pocos días le llegó la confirmación de que iba a ser el arquero titular.
Que debía afrontar semejante responsabilidad por el alejamiento de un
compañero. Y en los primeros noventa minutos en el arco de Camba no desentonó.
Estuvo seguro y atento las veces que debió intervenir. No tuvo mucho trabajo,
pero cuando lo exigieron respondió. Dudó en el gol de tiro libre, pero después
tuvo una ataja notoria en el segundo tiempo.