Escribo esta nota en primera persona. Difícil es explicar con palabras semejante reconocimiento del club y nada menos que en la semana del Centenario. Recibir un diploma y una camiseta en señal de gratitud por el trabajo que uno efectúa diariamente representa un halago que no tiene precio. Inesperado y sorpresivo, pero no deja de ser tremendamente reconfortante. Y mucho más que esa distinción llegue en el medio de un partido tan importante y que los mismos hinchas, muchos de ellos amigos o conocidos de la vida, te lo retribuyan con un aplauso o un saludo es uno de los momentos que voy atesorar para siempre de esta queridísima institución. Gracias a todos. Me hicieron piantar un lagrimón. No saben el valor que esto tiene para mí.
Gabriel de
Charras
