No importó el día laborable. Algunos tal vez no pudieron zafar de sus ocupaciones, pero otros se las ingeniaron para salir antes de su trabajo y estuvieron en un día que se presentaba como histórico para el Rojo. La ansiedad fue carcomiendo a la mayoría en las horas previas y algunos contaron que no pudieron dormir adecuadamente en la noche.
La hora fijada, las 15.30, parecía no llegar nunca. Ya desde temprano se respiró un clima diferente en cada rincón de la ciudad. En las oficinas, en las empresas, en la Municipalidad, en los barrios y, principalmente, en el 5 de Mayo, donde se juntaron los hinchas para, como es habitual, ir en caravana hacia la cancha. Y así, pasadas las 14, decenas de simpatizantes emprendieron el ritual de tantos años. Y volvieron hinchas que hacía tiempo no iban y otros que habían dejado de concurrir. La tribuna de cemento mostró un marco acorde a la importancia del encuentro y la cabecera de calle Quintana lució un colorido variado de banderas. La fiesta y la pasión, lógicamente, no faltaron a la cita. Ambas tribunas estuvieron repletas de público y desde aquella semifinal de la C contra Argentino de Quilmes, en 2014, que no había tanto público.Al
final, hubo aplausos por la entrega, en medio de la decepción generalizada.
