Las clásicas charlas futboleras, los juegos de
cartas y el uso de aparatos electrónicos sirvieron para matizar el trayecto de
400 kilòmetros y hacerlo más ameno.
A diferencia del año pasado donde habían parado
almorzar en la misma ciudad, esta vez lo hicieron 60 kilómetros antes, en San
Nicolás. Tartas de jamón y queso, tallarines y ensalada de frutas fue el menú
elegido.
El colectivo que transportó al grupo llegó a la
cancha del “Salaito” cerca de las 15.30.
Los jugadores recorrieron el campo de juego, que se encontraba en buen estado,
y luego ingresaron a los pequeños vestuarios para cambiarse y escuchar las
últimas indicaciones de Agüero.