domingo, 11 de julio de 2021

PARABOLA DEL MERITO DEPORTIVO


 Por FRANCO PICATTO

Envalentonados por la formidable goleada de la fecha pasada, Cambaceres debió arremangarse para ganarle a Lugano con el tiro del final. Una encrucijada que sorteó con suficiencia de candidato y aporte desde el banco. Este “Rojo”sabe que ganar es una consecuencia,y eso cobra valor en una categoría donde el mérito se diluye con la especulación.

Ninguna pulseada se gana dando un paso atrás. Este Cambaceres usa como escudo protector su buen juego, pero las armas que utiliza le permiten maniobrar aun cuando no logra acertar al blanco. A fin de cuentas, esa impronta de atacar es un mandato asumido y, saber golpear en el momento justo constituye una de las virtudes más letales para este “Rojo” versátil. Esa capacidad de adaptación le resuelve partidos embarullados como el de ayer.

Sin mucho brillo, un equipo anárquico pugnaba por deshacer lo poco que generaba un conjunto ordenado. En esa divergencia de estilos, la circulación que allanaba los caminos del gol contra Ballester, se encontraba con una congestionada zona en el ecuador de la cancha. Lugano concentraba sus esfuerzos en evitar que los receptores de Cambaceres, como Ferrario o García, entren en contacto con la pelota. Pero en ese vaivén desequilibrado, el partido se tornó grotesco.

Ese envión de la goleada tuvo réplicas desde la intención, aunque los de Da Ponte sabían que, en ese gráfico con saldo positivo en el partido anterior, la parábola arrancaba torcida. Cada rival propone y obliga a amoldarse a lo que se presenta. Ante ese panorama, Cambaceres cayó en imprecisiones promediando el primer tiempo. Lugano seguía presionando y bloqueaba los intentos de aproximación que orientaba el “Rojo”. Al juego atildado no le faltaba pierna fuerte, y cuando esa brusquedad requirió la intervención del árbitro Peralta, juzgó castigo severo y luz de esperanza para los de Ensenada.

Allí se empezó a desanudar un trámite complicado. Ese fue el punto de inflexión, mucho antes de que ingrese Bravo. A esa altura, Cambaceres supo apartarse del libreto que le permite estirar este invicto, y empezó a jugar “golpe por golpe”, como dirían en el boxeo. Sin caer en las provocaciones ni involucrarse en el roce físico, adelantó sus líneas y Coronel descomprimía la presión, distribuyendo rápido la pelota. La idea era agarrar mal parado al rival, encontrar fisuras dentro de un bloque compacto. Otra expulsión que le hizo perder resistencia a Lugano, y allí “Camba” sacó su as bajo la manga.O del banco de suplentes. Ingresó Bravo y él convirtió.

En término de una fecha, Cambaceres se enfrentó a dos dilemas que indican un presente favorable: ganar goleando o en el último minuto. Sobre esa premisa triunfal, este equipo pudo mantener la valla invicta y además lo ganó por tenacidad y mentalidad inclaudicable. Habrá tiempo para corregir, o ahorrarse desgastes ante rivales que optan por el conservadurismo. La parábola trazó un recorrido que se ajustó a los merecimientos. En definitiva, ganar sobre el final también tiene sus picos de emoción. Este “Rojo” no cede terreno y continúa la persecución sobre el líder Puerto Nuevo. Mérito recompensado y hambre de gloria siempre alimentan la ilusión. “Camba”, domador “bravo” en terrenos adversos.