![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjuI6EcmtmxW99sxnnjsP9DJLczIlQjAifWHOSsrlcmmEaEWN4T2rqNoOQ1JQ9H62rOc9N4pkEXmB6f4dKxtTuURYkupJUh1vToglQ3eEhTCoEMLF5aGZ2fsE86PmH_WJx8NkzaozX7xAIhBI9rqfow2fwdPBzdQuLagttf1KjsQ1ya16xCgUIG6HlWpxE/s320/DSC00576.JPG) |
Olid Apaza cuando jugó en Camba en 2014 |
“Gonza, te tirás a deprimirte en una cama porque no podés
seguir jugando o te venís conmigo el lunes a las 5 de la mañana para vender
garrafas”. El martes 9 de septiembre de 2014, Gonzalo Olid Apaza se marchó del
Estadio Ciudad de Laferrere y llamó a su padre para soltarle su confesión:
dejaría de dedicarse al fútbol. Con solo 22 años, iniciaba una nueva faceta de
su vida, alejada de una carrera marcada por estar al lado de distintos
campeones del mundo.
La primera citación del volante a la selección argentina
sucedió a los 15 años con Ubaldo Matildo Fillol como entrenador. El Pato confió
en sus condiciones y fue escalando en la Sub 15 hasta ser dirigido por José
Luis Brown en la Sub 17.
Ese plantel tenía una figura en ciernes, que la
descosía en las juveniles de Independiente: Emiliano Martínez. “Él nos daba
confianza y seguridad de que en los penales alguno iba a atajar”, confía Olid
Apaza en un extenso reportaje para Infobae sobre aquella final del Sudamericano
perdida por penales ante Brasil, cuando Dibu le tapó las ejecuciones a Philippe
Coutinho y Dudu.
El oriundo de San Miguel le dejó un mensaje sin respuesta en
su casilla de Instagram en agradecimiento tras ser campeón del mundo con la
Mayor y siguió su vida, alejado de su época de gloria en River Plate. La
categoría ‘92, ganadora de cinco títulos en las Divisiones Inferiores, tenía a
grandes valores como Erik Lamela, Ezequiel Cirigliano, Rodrigo Rey y Leandro
González Pirez, entre otros. Gonzalo era uno de ellos.
Su rendimiento en el Millonario le regaló la posibilidad de
integrar las filas de la Albiceleste bajo la tutela del Tata Brown, el Checho
Batista, el Vasco Olarticoechea y el Negro Enrique. Además, le permitió conocer
de cerca a Lionel Messi y Diego Maradona en una de las tantas prácticas de la
Celeste y Blanca, que conformaba por ser integrante de los sparrings: “Diego
era el técnico y el árbitro del partido, tenía ganas de abrazarlo en medio del
entrenamiento”. Su memoria es la única prueba: nunca se sacó foto ni tampoco
les pidió un autógrafo a los dos mejores jugadores argentinos de la historia.
Deportivo Merlo, Defensores de Belgrano, Defensores de
Cambaceres y San Miguel fueron sus equipos en el fútbol profesional. Hoy, el
mismo hombre que lo guió para probarse en River es su entrenador en el Club
Deportivo Malvinas: Alejandro Ruitiña. Actualmente, pelea el ascenso al Federal
A y no le interesa lucrar con el club porque se mantiene con su emprendimiento
iniciado hace ocho años: “Me dedico a vender verdura embolsada”.
- ¿Por qué elegiste
el fútbol?
- Se fue dando. Mi familia no tenía nada que ver con el
fútbol. Me cruce a Alejandro (Ruitiña), que hoy es el técnico de Malvinas. A
los 11 años, me llevaron a jugar en cancha de 11. Y a los 12 años ya estaba
jugando en River. Me consiguió una prueba, estuve un año a prueba porque había
cerrado el libro de pases y tuve la suerte de quedar. Antes, estuve entrenando
seis meses en San Miguel y, al final, me fui con Alejando a una filial de
River. Habré jugado seis meses ahí, me llevaron a probar y empecé a jugar. Me
dieron la posibilidad de ir a la pensión, pero yo viajaba todos los días desde
San Miguel.
- ¿Cómo te definirías
dentro de la cancha?
- Hace cuatro años que estoy jugando como volante central
fijo, entre los dos centrales, pero siempre jugué de 8. La mayor parte de mi
carrera fui volante por derecha o doble 5. Ahora, hace cuatro años que estoy
jugando de 5 y me encantó. Le agarré el gustito al puesto.
- Fuiste dirigido por
el Tata Brown en tu paso por las Juveniles de la Selección Sub 17. ¿Qué
recuerdos tenés de esa época?
- Tengo muchos, no solamente del Tata, sino de toda esa
camada del ‘86, porque estaban el Vasco Olarticochea, el Negro Enrique, el
Checho Batista.
- ¿Cómo eran esas
concentraciones? ¿Y el sentido de pertenencia?
- Nos hacían sentir en todo momento que era un privilegio
estar en ese lugar con la camiseta de la Selección. Ellos sentían la camiseta
de una manera muy especial y nos la transmitían a nosotros para sentirla de la
misma manera. Tenían una devoción increíble por la Selección y se sentía. Fue
algo mágico. Hoy tengo 31 años... Me pongo a pensar la cantidad de cosas que me
pasaron, que a veces no las creo porque pasó volando el tiempo, pero fue mucho
aprendizaje.
- Durante el
Sudamericano y el Mundial Sub 17 compartiste plantel con Dibu Martínez. ¿Cómo
fue tenerlo de compañero?
- En ese momento, atajaba (Ignacio) Negro Arce, que justo
ascendió ahora con Riestra. Era el arquero titular y me acuerdo que el Dibu
tuvo su chance en el Sudamericano y, desde ahí, no salió más. Tenía la misma
confianza que tiene hoy. Se lució, jugó muy bien en el Sudamericano y, a la
vuelta, lo compró el Arsenal. Tenía la misma personalidad que luce en la
Selección. No me sorprende que haya logrado todo lo que logró. Siempre tuvo
mucha confianza en él, en sus condiciones y dio sus frutos. Nos hizo muy
felices a todos.
- Ustedes llegan a la
final del Sudamericano contra Brasil... ¿En esa definición, les dijo: ‘Miren
que yo atajo dos’?
- Nos dijo que iba a atajar... De hecho, atajó (a Phillippe
Coutinho y Dudu). Ese partido se nos escapó, lo íbamos perdiendo 2-0, lo
empatamos 2-2 y no tuvimos suerte en los penales, pero habíamos hecho un
partido muy bueno también.
- Dibu Martínez
aconsejó a Messi al momento de patear penales en el Mundial de Qatar. ¿A
ustedes también los aconsejaba?
- Sí, éramos chicos y, por ahí, uno era más inconsciente de
todo, pero siempre nos aconsejaba... Quizás, en ese momento, no se estudiaba
tanto al otro equipo, pero siempre estaban los consejos de para dónde patear o
los movimientos del arquero.
- ¿Le mandaste algún
mensaje después de ser campeón del mundo?
- Le mandé un mensaje. No me contestó, obviamente (risas),
porque habrá tenido un millón de mensajes. Le mandé por Instagram, simplemente
para agradecerle. Tampoco lo hice muy largo. ¿Si me clavó el visto? La verdad,
no me fijé.
- ¿Cómo se hace para
mantener los pies sobre la tierra jugando en River y la Selección?
- Yo no entendía mucho lo que me estaba pasando. Se fue
dando todo de una manera muy natural. Yo jugaba, y me gustaba hacer lo que
hacía. No sentí en ningún momento que despegué los pies de la tierra. Siempre
tuve mis amigos de toda la vida, los cuidé de la misma manera, después nunca
fui de fijarme quién estaba conmigo por conveniencia o no. Seguramente hubo,
pero nunca le di mucha importancia.
- ¿Tomaste noción en
algún momento de todo lo que te pasó?
- Recién ahora. Con 31 años, hablando con amigos. Tampoco
soy de hablar mucho sobre lo que me pasó a mí porque, a veces, pienso que no me
lo van a creer. ¿Si alguna vez no me han creído algo? No, al contrario. Cuando
lo cuento, me dicen: “Qué locura, cómo nunca nos contaste esto”. También me
cuesta hablar de lo que hice o no con personas que conocí después del fútbol.
Cuando sale la conversación y les cuento cosas que viví... Como que, cuando fui
sparring de la Selección, pude ver al Diego y Messi...
- ¿Cuándo fuiste
sparring?
- Cuando nosotros nos estábamos preparando para el Mundial
de Nigeria (N. del A.: cayeron en octavos de final contra Colombia), la
Selección se estaba preparando para el Mundial de Sudáfrica en 2010 y todos los
miércoles íbamos a hacer fútbol con la Mayor. Nosotros llegábamos al
entrenamiento y nos saludaban uno por uno. Era una locura. El Diego (Maradona)
era el árbitro del partido. Jugábamos con Messi, estaban todos. En ese momento,
yo no tenía celular, me acuerdo que tenía Nextel y no pude grabar nada ni
sacarme una foto porque nosotros concentrábamos en el predio de adelante e
íbamos al de atrás, donde estaba la Mayor, y no llevábamos celular ni nada. Han
venido a comer con nosotros a la noche Cambiasso y Ustari, entre otros. Verlo
entrenar a Messi fue una locura... Eso sí que todavía no lo creo. Hacíamos
fútbol y entrenábamos con ellos como si fuera normal. Tenía 17 años y tratabas
de tomarlo con la seriedad que merecía el momento, pero también tenés unos
nervios bárbaros.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiH7RkQBtiqIl7BVnYjYscqnoYWrP-0b-PlUIl0Q4WZAWhRd9dHt2EL-2unaFaURkSf4qHtVN1NqfOVXHeEwAPB7xevwBEDPbvzDVVOCj1E_jJ2J6eFGSYF7BQho_Emu3_844UjGk4ODc_esDG1B_u16oOClQQhgtWDVHgWLclbwozsFaYRWwCZg8c6zoU/w640-h360/OF5TF5LQLZCPTKPNRLSKYSO77M.webp)
- ¿Había nervios de
lesionar al 10?
- Sí, obvio. Igual, se jugaba a un ritmo mucho más tranquilo
que un partido. Entrenábamos para que ellos hagan sus movimientos más que un
entrenamiento nuestro, pero era solo admirar... El Diego era el técnico de las
prácticas. Tenía ganas de abrazarlo en medio de la práctica y, a la vez,
mantener esa seriedad de entrenar con la Mayor
- Me contabas que
Maradona era el árbitro de esos partidos. ¿Qué anécdota te acordás de esas
prácticas con él?
- Yo jugaba de mediapunta en la Selección. Siempre estaba
parado en el círculo central, el Diego estaba plantado en el círculo, parando
las jugadas. Me acuerdo eso. Paraba las jugadas todo el tiempo. Les hablaba a
los jugadores, de los movimientos. Verlo ahí era algo totalmente surreal.
Necesitaba que me pellizcaran para creerlo.
- Me dijiste foto no,
pero autógrafo sí. ¿O no?
- Nunca fui de pedir mucho autógrafo, nunca fui tan cholulo
en realidad. Ahora me arrepiento un poco, pero no. Me queda todo en la memoria.
- ¿Te tocaron de una
forma distinta las muertes del Tata Brown y Maradona al haberlos conocido?
- Sí. Fue un golpe bastante duro cuando me enteré lo que
había pasado con el Tata porque compartí muchas cosas. Más allá de lo
futbolístico, él nos aconsejaba desde lo humano. Lo del Diego, creo que nos
pasó a todos. Para mí, siempre fue lo más grande del mundo, lo más lindo que vi
jugar a la pelota. Me quedo con los recuerdos y la simpleza que él tenía con
nosotros.
- Te tocó vivir en
las Inferiores de River un hecho bastante traumático para el hincha: el
descenso. ¿Cómo fue ese suceso desde adentro?
- Fue tremendo para todos... Había un clima que no era bueno
en el club. Es algo que River tuvo que pasar para después salir a flote y que
le pase todo lo que le pasó. Como un pibe que estaba jugando ahí, era la peor
época de River y me jugó en contra. Si bien entrenábamos, no teníamos la chance
de mostrarnos tanto como ahora porque había muchos jugadores de Primera, que no
podían jugar y ganaban minutos en Reserva. Después de haber jugado un Mundial y
estar dos años en la Reserva, me terminé yendo a Deportivo Merlo para jugar en
la Primera Nacional porque no jugaba. Me voy por eso. Quería jugar, necesitaba
minutos, me salió esa oportunidad y me fui. No hablé con Almeyda en ese
momento, sí lo hice cuando volví del préstamo. Entrené dos meses con los
jugadores que Matías no iba a tener en cuenta. Estaban (David) Trezeguet,
(Leandro) González Pirez, los Melli Funes Mori.
- Chicos de tu
camada, como Lamela, tuvieron que jugar en ese contexto. ¿Vos tuviste alguna
oportunidad de mostrarte en River en ese momento?
- Entrené dos meses cuando estuvo (Leonardo) Astrada, pero
nunca tuve la chance de hacer una pretemporada, y justo a los 18 años estuve
cuatro meses de baja por lesionarme el quinto metatarsiano. Eso me jugó en
contra.
- Tu carrera
transcurrió rodeado de campeones del mundo: Tata Brown, Maradona, Messi,
Trezeguet...
- Sí, ahora que lo decís... Nunca lo había pensado, pero sí.
Viví cosas muy locas y lindas. A mí, haber compartido tantas cosas con mis
mismos compañeros que estuve desde los 12 años, y verlos triunfar... Este fin
de semana estuve con (Ezequiel) Cirigliano, que vino a mi casa y charlábamos de
eso: lo chocante que fue para nosotros compartir tanto de chicos, que vayan
debutando en Primera y tener la posibilidad de verlos triunfando hoy en día me
pone muy contento.
- ¿Pensás el ‘qué
hubiera sido’?
- No, nunca sentí mi carrera como un fracaso después de
jugar a la pelota. Terminé jugando en la C, en un club como Cambaceres, que fue
la primera vez que decidí dejar de jugar. También descubrí cosas que, si
seguiría jugando al fútbol, no las iba a poder hacer. Como lo fue empezar a laburar,
fue algo nuevo. Tuve la posibilidad de empezar a viajar, descubrí otra pasión
que tenía aparte del fútbol, que me encantó. Traté de ir buscándole la vuelta.
También dejé justo a una edad como a los 24 o 25 años, que era una edad en la
que podía ir eligiendo para donde iba. Nunca me arrepentí de haber dejado de
jugar.
- ¿Habías trabajado
de otra cosa antes de dejar el fútbol?
- No, me había dedicado solo al fútbol. Hasta que dejé en
Cambaceres, solo fútbol y, después, mi papá vendía papas en ese momento y me
tiró la mano para que me dedique a eso y desde hace ocho años me dedico a
vender verdura embolsada. Nada que ver.
- ¿Cómo? ¿Vas con el
camión?
- Sí, me compré un camión con lo que me dejó el fútbol, que
lo tengo hasta el día de hoy, creo que no lo venderé nunca porque le tengo un
cariño muy especial. Salí a la calle... Tuve un amigo, quien fue muy importante
en esa decisión. Mucha gente venía a decirme: ‘Gonza, ¿cómo vas a dejar de
jugar?’. Ese amigo, Pipi Fernández, fue el único que vino a decirme: ‘Gonza, o
te tirás a deprimirte en una cama porque no podés seguir jugando, que lo hace
poca gente, o te venís conmigo el lunes a las 5 de la mañana para vender
garrafas’. Él tiene un reparto de garrafas. Me comentó que era en lo único que
me podía ayudar. Ahí arranqué vendiendo eso sumado al laburo de mi viejo. Hasta
el día de hoy, nunca paré.
- ¿Qué otros trabajos
tuviste?
- Empecé vendiendo garrafas con Pipi en la zona de San
Miguel, Los Polvorines, Bella Vista. A los cuatro meses, hacíamos todo el
reparto y, en su camión, empezamos a meter papa, cebolla, de a poquito y me fui
armando mi reparto, que lo tengo hasta el día de hoy. Hago el reparto de verduras,
nosotros traemos mercadería de afuera y repartimos a los mercados, restaurantes
y bares.
- ¿Por qué dejaste el
fútbol?
- Cuando terminaban los entrenamientos, me encantaba
quedarme pateando tiros libres, me sacaba los botines, pisaba el pasto, disfrutaba
mucho ir a entrenar, pero dejé de disfrutarlo como lo disfrutaba hasta el punto
de terminar de entrenar y querer irme a mi casa lo antes posible. Siempre fui
un apasionado, un enamorado del fútbol, y sentía que me iba a dejar de gustar
si seguía haciéndolo como una profesión. Ya en Cambaceres, me di cuenta que no
iba a vivir del fútbol. Y el ambiente tampoco era lo que más me gustaba. Un
miércoles en cancha de Laferrere jugué el último partido con Cambaceres, lo
llamé a mi viejo para decirle que no me iba a dedicar más al fútbol, me bancó
en la decisión.
- ¿Por qué decís que
no te gustaban cosas del ambiente?
- Porque el ambiente del fútbol no es fácil. En un plantel
de 40 jugadores, juegan 11 y no están todos contentos. Mismo, la gente... Te
sentís una X. Cuando estás bien, sos el mejor, y cuando no, sentís ese espacio.
- ¿Por qué decidiste
volver a San Miguel pocos meses después de tu salida de Cambaceres?
-Justamente, trabajaba en el camión cuando me llamó Patricio
Hernández, que estaba en San Miguel y se enteró que había dejado de jugar. Me
preguntó si no me interesaba hacer la pretemporada en la C. Dije: ‘Bueno, si me
están llamando, es una buena oportunidad para arrancar’. Encima, me quedaba
cerca; en Cambaceres tenía dos horas de ida y de vuelta. Esto era más práctico.
Siempre quise jugar en San Miguel porque era el club de mi barrio. Quería saber
lo que era sentir jugar en la cancha de San Miguel, con mi gente, lo pude hacer
y me saqué las ganas. Estuve tres meses. Después, me fui.
- ¿Cómo fue esa
progresión de estar en River a saltar a clubes del Ascenso?
- No me costó la adaptación porque el que juega está
acostumbrado a pasar por cualquier tipo de vestuario, pero cambió todo. Pasé de
estar en River, que es uno de los clubes más grandes de Argentina, a Merlo,
cuando a veces no teníamos ropa o agua caliente. Noté el cambio, pero no sentí
que me haya afectado.
- ¿Vos cobrás un
sueldo en Malvinas?
-No, mi profesión es vender verduras y ya tengo algo de
muchos años. Mis compañeros tienen un viático en Malvinas, que les da una mano.
Estoy más en lo que pueda ayudar a mis compañeros que en lucrar con algo del
club. No me interesa. Por suerte, tengo la posibilidad de mantenerme con mi
trabajo.
- ¿Vos considerás que
te retiraste del fútbol?
- No, lo dejé como mi profesión principal. Nunca dejé.
Cuando me preguntan por qué dejé el fútbol, siempre contesto que nunca dejé de
jugar, sino que dejé de dedicarme a eso. Yo tampoco lo había buscado, sino que
se había dado. Estoy muy tranquilo con que, todo lo que logré, lo hice con el
esfuerzo mío y de mis viejos. No lo tomé como algo tan grave. Nunca dejé de
jugar al fútbol, de hecho le busqué la vuelta para seguir compitiendo más allá
del trabajo que tengo y seguiré haciéndolo hasta que me den las piernas.
FUENTE: INFOBAE