Por Jorge Daniel Testori
En tiempos lejanos o no tanto, pero que parecen remotos, los árbitros de fútbol vestían de riguroso color negro.Eran los cuervos, los pájaros de mal agüero y receptores de los desencantos de locales y visitantes.
Ahora, para disfrazar los enojos, visten de colores estridentes, tan impactantes como lo sonidos de sus silbatos.
Y por sus discutidos fallos fueron pasibles del apodo "referí bombero", sin tener conocimiento que el mote proviene de la altruista acción del árbitro José
Bartolomé Macías (activo entre 1928 y 1949) cuando en un partido de primera división, ante un incendio en las tribunas, colaboró con los bomberos para apagar las llamas sosteniendo una manguera.
Bartolomé Macías (activo entre 1928 y 1949) cuando en un partido de primera división, ante un incendio en las tribunas, colaboró con los bomberos para apagar las llamas sosteniendo una manguera.
Cuenta un bromista que después de un accidentado partido de fútbol un grupo de hinchas lleva en andas al árbitro."No tienen por que molestarse" les dijo orgulloso el colegiado."No es molestia", respondió uno de los muchachos, "el acantilado donde lo vamos a tirar está por acá cerquita".
Nuestros árbitros profesionales de la primera división provienen en gran parte de la carrera universitaria del Profesorado en Educación Física como Néstor Pitana, Darío Herrera y Diego Abal.
Otros como Mauro Vigliano dedicados al comercio o Patricio Loustau a la publicidad.
Y los mas extraños en sus profesiones son Fernando Rapallini como constructor de piletas de natación, Andrés Merlos un eximio mecánico y tripulante de aviones y Jorge Baliño bombero, dentro y fuera de las canchas.