Por Jorge Daniel Testori
Bicicletas que
comienzan a salir por las puertas de las casas y chocan con los olores de panes
y facturas de la panadería "La Rosa" de Raúl Onofri y rumbean para el
Astillero Río Santiago, hacia la Destilería YPF o hasta la vecina ciudad de Berisso
y sus frigoríficos.
Hombres de trabajo y
familia, mujeres, madres que preparan a sus hijos y guardapolvos impecables
para ir a la escuela antes de salir con las bolsas de los mandados y los
changuitos pera
luego preparar el almuerzo.
Pasa el Turco
vendiendo sus enseres, saluda y sonríe, el lechero Benito Escudero con los
tambores en el carro tirado por el caballo que conoce el recorrido de memoria y
se escuchan los gritos del comprador de botellas de vidrio, metales y muebles
viejos.
A mediodía la campana
vuelve a sonar y la calle se viste de gorriones blancos que se entretienen un
rato jugando a la bolita debajo del pino o intercambian figuritas para intentar
llenar el álbum, cosa que nunca ocurre.
Y así termina otra
mañana en mi barrio de Cambaceres de la ciudad de Ensenada.