Las lluvias dejaron sus secuelas
en un campo de juego ya de por sí muy castigado. Por la mañana se dudó de que
el encuentro se pudiera llevar a cabo. Había agua en la zona media, en las áreas y en varios sectores. Sin
embargo, cesó la lluvia a media mañana y se trabajó para poder sacar la mayor
cantidad. Alcanzó para tener el visto bueno del árbitro, pero había mucho barro
y agua acumulada en algunos sectores. La terna arbitral ingresó a las 13.30 y
tenía toda la intención de jugar. Pidió que se despejara el agua de las áreas.
Aparecieron los secadores y la ayuda de algunos dirigentes. También algunas
carretillas con arena. Y luego el juez
dio el ok para disputar el partido quince minutos después de la hora inicial.
¿Debió jugarse? Mmm… Lo cierto es que los resbalones, los pases errados y la
lucha estuvieron a la orden del día, en medio del barro y del agua y de un
partido complemente desnaturalizado.