Por Jorge Daniel Testori
Hoy me voy a peinar con la gomina azul Lord Cheseline para llevarle la contra a mi papá que usa Glostora, y en cuanto me vea con los mocasines y sin medias, seguro que va a intentar alguna estrategia para no dejarme ir con mis amigos a la kermese de la Plaza Belgrano.Pero este viejo zorro nada dijo y se "olvidó" algunos billetitos sobre la mesa.Tres gotas de colonia Atkinsons y a la calle.En la esquina, la pregunta fundamental era quien de la barra consiguió distraer cigarrillos de un atado familiar.La calificación de
la tarde-noche dependía de ese evento ilegal.Poderosos, ocupando toda la vereda y a los gritos, con la sana alegría de los 13 años levemente interrumpida por las recomendaciones de una mamá, tía o vecina pizcueta, llegamos al escenario, apenas a seis cuadras de nuestro barrio de Cambaceres. Gira la rueda de la fortuna que nunca coincide con el numerito comprado, los dardos no dan en el blanco (o son muy pesados y cáen al suelo o tan livianos que chocan contra las chapas del techo del kioskito), a los aros, por una cuestión geométrica, les es imposible rodear un cuadrado de mayor tamaño, y los rifles de aire comprimido ¿como van a voltear patitos, si la mira, mira para otro lado?.Fracasamos en el juego, sin embargo, allí estaban ellas, las chicas de la escuela y cada uno desplegando el abanico del pavo real ante su doncella.Repartimos los cigarros para ser mas fuertes, uno de nosotros sacó el carusita...al minuto, cinco giles corriendo y tosiendo con las primeras pitadas y la gente riendo en un domingo de fiesta en Ensenada