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Por “Juanchi” Guerra
(Anécdotas del Rojo)
Había concurrido muchas veces al estadio de Almirante
Brown como hincha y siempre el grupo del que participaba nos ubicaban detrás
del arco sobre la entrada al Complejo.
Pero nunca había ido como dirigente. Llegamos
con el micro, tuvimos un largo trecho, pasamos por todo el predio denominado Almirante
Brown. Se lo prestó la Armada por 99
años. No es una ironía, sino que es así, ya que tuve la posibilidad de ver el
contrato que amablemente nos hicieron ver los dirigentes en el entretiempo del
partido.
Volviendo al estadio, llegamos luego de pasar por
el lindo lugar lleno de árboles, varias canchas y una gran cantina. Los
vestuarios, sobre todo el visitante, es bastante chico pero yo me preguntaba de
qué lado miraré el partido. Arriba de los vestuarios está una gran tribuna local,
con otras dos cabeceras y enfrente una gran platea con muchísimo público, casi llena diría. En esos momentos, año 2003, se jugaba el partido de reserva (todavía
existía) pero mi pregunta siempre era la misma, se lo comentaba a mis pares y
también pensaban lo mismo. ¿Estaremos aquí al costado, un lugar muy chico,
rodeado de toda esta gente?, pensábamos. Antes de la salida de los equipos nos
invitaron a qué los acompañemos a la platea. Nosotros éramos unos 12 dirigentes
y bueno fuimos pero mi sorpresa y la de todos fue que tuvimos que cruzar toda
la cancha por el túnel por dónde salían los equipos. Allí fuimos temerosos porque
ver de tan cerca esa gente que alentaba al local te sentís perdido. Nunca me
imaginé que tenía que pasar así para llegar a la platea. Estuvimos bien ubicados,
nadie nos molestó, alentamos a nuestros jugadores, tuvimos muchas oportunidades
de convertir pero no logramos. Perdimos 2 a 0 en un partido con dominio del
local. Terminó el mismo y tuvimos que volver a pasar por el campo para llegar
al micro y nos preguntábamos y si hubiéramos ganado qué pasaba.
En esa cancha no podíamos salir por ningún otro
lugar que no sea ese…