Estuvieron
los que querían estar. Un día el socio volvió a la cancha. Pasaron siete meses
y tres días. Mucho tiempo, sin dudas, pero fue el día del reencuentro, el de
volver a la cancha, el de ocupar los escalones de la tribuna de cemento del “12
de Octubre”. El estadio volvió a cobrar vida y el encuentro volvió a tener el
clima que le puso la gente. Volvieron a escucharse gritos y voces de aliento.
Insultos ante un fallo del árbitro que no gustó o el “uuuu” por alguna
situación malograda. Volvió la esencia al fútbol del ascenso. Y volvieron a
gritarse los goles. El socio esperaba
ansioso el momento del regreso. La espera fue larga.
Y una fría mañana del
final del otoño volvió a sentirse protagonista. Y el equipo, después de mucho
tiempo, no estuvo solo.
Cerca
de doscientos socios ocuparon la tribuna lateral. Apenas un bar de banderas
sobre el alambrado. El verdadero hincha del Rojo, ese que paga su cuota todos
los meses, no faltó a la cita.