Fue una mañana tremendamente emotiva, con sensaciones encontradas. Las cenizas del querido e inolvidable Carlos Ruso Da Ponte ya descansan en el “12 de Octubre”, en el lugar que le vio escribir sus páginas más gloriosas como futbolista en aquel recordado Bicampeón 98/99 y en donde, ya como entrenador, hizo que el Rojo volviera a un protagonismo olvidado en los últimos años. Fue un día de reconocimiento y de tristeza. La partida del Ruso duele en el alma, por lo inesperado y por lo injusto que resultó para todos. Pero su recuerdo permanecerá inalterable. Mucha gente se acercó hoy a acompañar a su familia, que decidió arrojar sus cenizas en el predio de camino Rivadavia y Quintana. Federica y Renata, sus hijas, deberán sentirse orgullosas de todo lo que sembró y dejó su padre. La totalidad del plantel y el cuerpo técnico, gran parte de la Comisión Directiva, familiares, amigos, hinchas y ex compañeros de equipo estuvieron hoy en este sentido y respetuoso homenaje.
Con un enorme
banner con la figura del Ruso de fondo, sus hijas depositaron parte de las
cenizas al pie del Monolito a los Campeones, en el ingreso al estadio. Minutos
después, los asistentes se trasladaron al campo de juego. Allí, Esteban Coronel
y Elías Torancio se encargaron de arrojar las cenizas en el centro del campo de
juego, ante un sostenido aplauso y muestras de notorio dolor.