La Municipalidad de La Plata declaró de “Interés Cultural” a la intersección de las calles 10 y 40, lugar donde nació la tradicional “quema de momos de Fin de Año” que se lleva adelante durante las primeras horas de cada año.
En esta edición,
los muñequeros que siguen el legado de la familia Tórtora, fundadora de la
tradición, eligieron para quemar a uno de los personajes más emblemáticos del
año: el Dibu Martínez, el arquero de la Selección que fue una de las piezas
claves para la obtención de la Copa del Mundo en Qatar.
“La quema de muñecos es una tradición típica local y de enorme valor cultural que nació en esta esquina. Con el correr de los años, esta costumbre se consolidó como seña de identidad de todos los platenses, que vamos a estar eternamente agradecidos”, destacó el secretario de Cultura y Educación, Martiniano Ferrer Picado, al justificar la distinción
Quien recibió el
reconocimiento fue Roberto Tortora (hijo de Luis), en el marco de una
conmemoración que contó con la presencia de familiares, vecinos, amigos y
cuatro generaciones de muñequeros del lugar.
“Sin ese primer muñeco, hoy la tradición no sería lo que es. Estamos en récord de momos inscriptos con relación a los últimos años gracias a un vecino como Luis que nos contagió las ganas por hacer algo distinto y divertido para todas las familias”, sostuvo Ferrer Picado.
Cabe destacar que el primer muñeco se realizó en el año 1956 en la puerta del almacén y bar “Los Obreros” de Don Luis Tortora, ubicado en la mencionada intersección, para homenajear a un jugador del Club Defensores de Cambaceres, que sería el goleador Julio Rodríguez.
“Me siento totalmente orgulloso del
reconocimiento. Es un homenaje a mi padre, quien inició la tradición que se
multiplicó tantas veces y que hoy es algo infaltable en la ciudad de La Plata”,
expresó Roberto Tortora.
En ese aspecto,
valoró: “Hacer el muñeco es la esperanza de hacer algo por nosotros, por
nuestros hijos, por el barrio. Es la alegría quemar todo lo malo del año que
pasó y recibir el nuevo”.
“Estoy convencido
que la tradición no murió, está totalmente a pleno. La tradición significa el
muñeco que se hace con madera, que lo pegamos con harina y agua, el que se hace
con esfuerzo. Hoy veo las caras de los chicos con la misma alegría que teníamos
nosotros de ver cómo van creciendo las estructuras”, concluyó.
Con el correr del
tiempo, la tradición se extendió por toda la región y se mantiene manifestando
el arte efímero y callejero. Año tras año se superan las expectativas con la
creatividad, temáticas y armados que llevan adelante los vecinos responsables
de su construcción.