Fuimos a jugar un campeonato mundial de fútbol donde la
opulencia del dinero es mas importante que la libertad.
Fuimos a competir contra países representados por
deportistas de sus énclaves coloniales o sus ex-colonias donde la libertad
sigue siendo una quimera.
Fuimos confiados en las propias fuerzas y aunque el comienzo
no fue el esperado, nuestros muchachos perdiendo o ganando demostraron que la
libertad no es hacer del derrotado burla, ni soberbia ante los logros,
totalmente merecidos.
Fuimos escalando con grandes dificultades, superando escollos, con la libertad de no traicionar nuestro estilo de juego, solidario y siempre en equipo.
Fuimos dos estrellas, ahora una mas, tres luces en el pecho.
Seremos millones de estrellas cuando la luz del más brillante se refleje con alegría en nuestros corazones, no solo pateando una
pelota y haciendo goles, sino iluminando a los de aquí, de allá y de más allá
que nos guían, cuidan y señalan el camino.