lunes, 14 de diciembre de 2009

Cuando no se puede ganar, hay que saber no perder

Si se habrá dicho esa frase en el fútbol...Y mejor adaptada a este empate de Cambaceres imposible. El punto solo se rescata por el valor de haberlo conseguido cerca del final, cuando parecía que la derrota era inminente. Sin embargo desde los papeles, este Villa Dálmine que no paraba de perder y estaba último parecía más accesible de lo que fue. El Rojo no jugó bien y perdía en el primer tiempo. En el segundo levantó por el ingreso de Catriel y la inquietante presencia de Diego Matías Jaime, quien otra vez fue el salvador del equipo. Ahora hay que jugar contra Bera el miércoles, y Luján el sábado para cerrar el año.
A priori Villa Dálmine sería más sencilla de lo que resultó. Y la victoria si bien no se daba por descontada porque en este juego nunca puede hacerse semejante ejercicio, era una gran posibilidad de acercarse a Excursionistas, que sigue dejando puntos en el camino, al igual que alguno de sus más cercanos seguidores. Pero las sorpresas que este certamen tuvo, también se hicieron presente en Ensenada.
La primera fue la audacia con la que el equipo de Campana se animó a jugar el encuentro. Un planteo si bien no ofensivo, tampoco cauteloso. Más bien un promedio donde sus volantes se plantaron el medio campo para no dejar jugar con libertad ni espacios a los de Cambaceres. En esa estrategia que trataba de mantenerse lejos de su arquero De Nicola, se apoderó de la mitad de la cancha con el trabajo de Rocha y Peralta Cabrera. A propósito del arquero del viola, desde su seguridad se cimentó el punto que a Dálmine si le servía.
Cambaceres en cambio nunca pudo encontrarle la vuelta al encuentro a partir de la imprecisión en las entregas y la falta de actividad de Manes y el resto de los mediocampistas. Como consecuencia de ello, a los 24 minutos de juego llegó lo impensado. Porque en su primera aproximación de peligro sobre el arco defendido por Martín Zurlo, Villa Dálmine alcanza el desnivel a través de Mariano Gorosito. La perdió Manes, el equipo quedó mal parado, Peralta Cabrera le ganó a Kees por la derecha y habilitó a Gorosito para que pusiera el 1 a 0.
El Rojo sintió el efecto del gol, porque siguió en la intrascendencia y porque no encontró espacios para desarrollar su juego. Al menos hasta que finalizó el primer tiempo donde Borgarelli pudo barajar y dar de nuevo para tratar de hacer algo diferente. Esa movilidad que agite a la defensa del Viola se la dieron dos jugadores. Primero Catriel, que con su ingreso le aportó confusión al rival, y luego el mejor jugador que tiene este plantes, el desequilibrante: Diego Matías Jaime. Para continuar con la dinastía de delanteros distintos que Camba colecciona en su historial.
Entre ellos dos justificaron la levantada en el complemento de Defensores. Aunque el tridente ofensivo se completó con uno que sabe hacer el trabajo sucio para que los otros se luzcan. Ezequiel Náser. Quien fue el gestor del gol del empate. Hizo una jugada personal descomunal, y habilitó a Diego Jaime, quien volvió a definir con eficacia e hizo gritar una vez más a los fanas del Rojo.
El gol fue una descarga por haber estado estado en desventaja casi todo el partido, y por la impotencia de no poder aplicar el juego de otras tardes. Pero también fue un estímulo para en los últimos minutos ir en busca del triunfo heroico. Pero no alcanzó. Sobre el final pudo haber llegado a través de Kees que no llegó a conectar la lluvia de centros que llegaron sobre De Nicola.
El lamento final tiene que ver con el anuncio de triunfo con el que los hinchas llegaron al 12 de Octubre. Pero luego de escuchar los resultados “favorables” de los otros que andan arriba en la tabla, volvieron a hacer cuentas, y rehicieron las ilusiones. Para que estas tengan fundamentos, más allá de los números, el equipo deberá recuperar el nivel que supo tener en algunos pasajes del torneo. No es nada imposible. Sobre todo si mientras eso sucede, no deja de sumar. Aunque sea de a uno.
Por Martín Ortíz (Las Voces del Ascenso)