No
hay que negarlo. Fue un día triste en la vida del Rojo. Inmediatamente cuando
el árbitro Ezequiel Yasinsky hizo sonar su silbato, fue un sonido que marcaba
un antes y un después en la historia deportiva de Defensores de Cambaceres. Era
el punto final a su participación en la Primera “C”. Se terminaba la
intervención en un campeonato donde en los últimos años estuvo caminando
por la cornisa y se terminó de caer definitivamente. Ahora sí, el Rojo sabe que tendrá que ser protagonista de una divisional desconocida por muchos. No es un dato menor que hace 34 años que no juega en la Primera D, una división amateur, con carencias, con canchas pequeñas y en mal estado, con instituciones con las que hace mucho que no confronta y otras con las que nunca jugó. Será un mundo diferente. Y deberá prepararse para estar a la altura de las circunstancias e intentar un regreso en el menor tiempo posible. No será nada sencillo. El “vamos a volver”, por ahora, es el deseo de muchos. Todos deberán aunar fuerzas para que no quede en una simple expresión y pueda cristalizarse.
por la cornisa y se terminó de caer definitivamente. Ahora sí, el Rojo sabe que tendrá que ser protagonista de una divisional desconocida por muchos. No es un dato menor que hace 34 años que no juega en la Primera D, una división amateur, con carencias, con canchas pequeñas y en mal estado, con instituciones con las que hace mucho que no confronta y otras con las que nunca jugó. Será un mundo diferente. Y deberá prepararse para estar a la altura de las circunstancias e intentar un regreso en el menor tiempo posible. No será nada sencillo. El “vamos a volver”, por ahora, es el deseo de muchos. Todos deberán aunar fuerzas para que no quede en una simple expresión y pueda cristalizarse.