Inmediatamente
cuando el árbitro pitó el final del encuentro, varios jugadores se desplomaron
en el campo de juego. Algunos no pudieron contener el llanto de bronca y de
amargura. Otros quedaron con la mirada perdida, con los ojos clavados en el
césped como tratando de encontrar una explicación. Otros equipistas trataron de
consolar a los más jóvenes. Y rápidamente se fueron hacia la boca del túnel.
Lucas Villar se fue con lágrimas en los ojos, sintetizando en su amargura lo
ocurrido minutos antes. El dolor fue muy grande más allá de que el final era
previsible.