Con la bandera del esfuerzo y el corazón-actitud-orden de los pibes, Defensores de Cambaceres se permite tener una ilusión de, al menos, sostener la ilusión por algunas fechas más. El Rojo venció, a cinco minutos del final, por 2 a 1 Talleres de Remedios de Escalada y sigue vivo en la Primera “B” metropolitana. Pero también acortó en tres puntos la diferencia con San Telmo (cayó 1 a 0 ante Merlo) y ahora está a ocho unidades cuando quedan siete partidos en juego. Maximiliano Seevald y Francisco Ladogana sellaron el resultado final. Se recaudaron 988 pesos.
Como dato estadístico, “Camba” le ganó a Talleres en Ensenada después de 46 años.
Los pibes, desde adentro de la cancha, contagiaron a los hinchas del Rojo, que gritaron como nunca el segundo el gol y se fueron esperanzados. Al fin y al cabo, unas fechas atrás, no encontraban un lugar para entusiasmarse. Ahora, llega un mensaje diferente desde dentro del rectángulo de juego.
Al minuto y medio, “Camba” estaba en ventaja. De un tiro libre desde la derecha ejecutado por Ibáñez, Seevald le ganó a su marcador y metió el cabezazo contra el poste izquierdo de Gambandé. El gol iba a significar el golpe de tranquilidad que necesitaba este grupo. Un gol casi traído desde los vestuarios. Pero cuando Talleres aún no había arrimado peligro, a los 16 minutos, Pérez armó una muy buena jugada por derecha, Aranas salvó a medios, Russo no pudo despejar y Florero la mandó a guardar. 1 a 1 y a empezar de nuevo. El partido carecía de brillo. El rojo corría y metía, aunque le faltaba llegada. Un disparo elevado de Ladogana y un cabezazo de Salina contra su propio arco fueron las situaciones más importantes del once de Borgarelli.
Para el segundo tiempo, Víctor Gómez se quedó en vestuarios e ingresó Ferreira. El esquema del Rojo no cambió. Talleres, por largos pasajes, especialmente en los primeros veinte, tuvo más tiempo la pelota y la iniciativa. Defensores la buscó y la peleó con orden y una admirable entrega. Aranas agigantó su figura en dos oportunidades. Primero salvó abajo, contra el palo derecho, ante un remate de Enrique. Después reaccionó en gran forma frente a un disparo de Salina. Técnicamente, el encuentro era malo, trabado. Emocionalmente, era intenso y destacable las ganas que pusieron estos jugadores para sacar al Rojo adelante. Nadie se resignaba. El punto era poca cosecha. Y en el minuto 40 explotó el “12 de Octubre”. Soria escapó por la izquierda, metió el centro al corazón del área chica y Ladogana solo tuvo que empujar e ir a festejar. Alegría desbordante, euforia como pocas se vio en el torneo. Era el gol para tres puntos valiosísimos. Era el gol que abre el camino de una ilusión. Una ilusión que sostienen estos pibes que dejan todo por amor a la camiseta y muestran su orgullo por torcer una historia que muchos ya pensábamos que estaba escrita.
Como dato estadístico, “Camba” le ganó a Talleres en Ensenada después de 46 años.
Los pibes, desde adentro de la cancha, contagiaron a los hinchas del Rojo, que gritaron como nunca el segundo el gol y se fueron esperanzados. Al fin y al cabo, unas fechas atrás, no encontraban un lugar para entusiasmarse. Ahora, llega un mensaje diferente desde dentro del rectángulo de juego.
Al minuto y medio, “Camba” estaba en ventaja. De un tiro libre desde la derecha ejecutado por Ibáñez, Seevald le ganó a su marcador y metió el cabezazo contra el poste izquierdo de Gambandé. El gol iba a significar el golpe de tranquilidad que necesitaba este grupo. Un gol casi traído desde los vestuarios. Pero cuando Talleres aún no había arrimado peligro, a los 16 minutos, Pérez armó una muy buena jugada por derecha, Aranas salvó a medios, Russo no pudo despejar y Florero la mandó a guardar. 1 a 1 y a empezar de nuevo. El partido carecía de brillo. El rojo corría y metía, aunque le faltaba llegada. Un disparo elevado de Ladogana y un cabezazo de Salina contra su propio arco fueron las situaciones más importantes del once de Borgarelli.
Para el segundo tiempo, Víctor Gómez se quedó en vestuarios e ingresó Ferreira. El esquema del Rojo no cambió. Talleres, por largos pasajes, especialmente en los primeros veinte, tuvo más tiempo la pelota y la iniciativa. Defensores la buscó y la peleó con orden y una admirable entrega. Aranas agigantó su figura en dos oportunidades. Primero salvó abajo, contra el palo derecho, ante un remate de Enrique. Después reaccionó en gran forma frente a un disparo de Salina. Técnicamente, el encuentro era malo, trabado. Emocionalmente, era intenso y destacable las ganas que pusieron estos jugadores para sacar al Rojo adelante. Nadie se resignaba. El punto era poca cosecha. Y en el minuto 40 explotó el “12 de Octubre”. Soria escapó por la izquierda, metió el centro al corazón del área chica y Ladogana solo tuvo que empujar e ir a festejar. Alegría desbordante, euforia como pocas se vio en el torneo. Era el gol para tres puntos valiosísimos. Era el gol que abre el camino de una ilusión. Una ilusión que sostienen estos pibes que dejan todo por amor a la camiseta y muestran su orgullo por torcer una historia que muchos ya pensábamos que estaba escrita.