La victoria se goza más porque es la segunda consecutiva. Con todo lo que ello significa. El valor de la moral recuperada, pero además el valor del éxito ratificado. Y sobre todo el de lograrlo siempre en tierras ajenas y extrañas en esta ajetreada vida del heroico plantel rojo.
Camba le ganó 1 a 0 a El Porvenir con la vieja pero efectiva fórmula del oportunismo seguido por la concentración para defender y administrar la ventaja conseguida.
Resalta también porque enfrente había un equipo compuesto por buenos jugadores, que de la mano de Medina y Del Corro lo tuvieron a maltraer en el primer tiempo.Y porque Camba supo sobrevivir a esos momentos de sofocones, cuando no lograba capturar la pelota.
Raro caso el de El Porvenir. Tiene mejores herramientas adentro de la cancha que afuera, custodiados por una dupla comediante, como Ventura y Enrique. Elegidos por un Merellas que no escarmienta y hunde cada año un poco más los restos ilustres de un club, que hace menos de una década se floreaba en la B Nacional.
Hablemos de Cambaceres
No pudo jugar bien en el primer tiempo. Y el verbo poder no es caprichoso. Porque los de Gerli no lo dejaron. Primero apoderándose de la pelota en la zona media, y luego gestando fútbol sin mucha intensidad, pero con demasiada prolijidad como para que los volantes del Rojo puedan contrarrestarlo. Por eso Jones y Molina Ríos corrieron casi siempre detrás de la jugada.
Pero la idea no era esa. Por lo menos eso vimos en los primeros 10 minutos, donde trató de presionar en el medio, siendo bien corto entre líneas, y buscando juntarse para salir jugando. Duró hasta que los mediocampistas de El Porve se acomodaron. Ahi Camba empezó a estirarse, hasta que sus piezas quedaron muy distantes entre sí. Fue el tiempo de correr detrás de la pelota. O del pelotazo por imposición, más que por decisión. Así jugó hasta el final del primer tiempo, donde casi se va perdiendo por un mano a mano del “chino” Fernández ante Juani Arias Navarro.
Lo que cambió en el complemento
Primero cambió el partido. Porque el visitante empezó a cebarse y dejó espacios para jugar. Y cuando Camba lo detectó se animó a adelantarse aún a riesgo de “quebrar”el partido tácticamente. Empezaron a pasar los laterales Calabrese y Goicochea. Di Biassi y Casanova entraron más en juego. El equipo, entró más en juego…
En el golpe por golpe se lo volvió a perder Fernández y al instante Goicochea para el Rojo. Hasta que entró hizo su aparición en la tarde un elemento clave, determinante. La enorme capacidad aérea del Clementino González. Saque de Arias Navarro y el paraguayo que se eleva desplegando asombros. En lo más alto se la baja de cabeza a Di Biassi, y Elías la duerme de pecho para luego clavarla en un palo. Sensacional golazo. Llegaba la hora de administrar la ventaja que El Porvenir no supo conseguir…
Camba lucha hasta morir
No solo por esos minutos restantes. Donde creció la personalidad de jugadores como Benavente o el negro Jones, para luchar lo que ahora se había transformado en lucha. Hablamos de la otra. La invisible. La del día a día, donde hay pocos testigos del esfuerzo para llevar adelante una causa tan digna como desgastante. Cuesta. Levantarse, hacer el bolso, y volver a empezar, en épocas de “vacas flacas” y esfuerzos gordos.
Cuesta pero lo siguen haciendo. De allí el valor de estos triunfos, del de Luján y este de Villa Lynch. Para que el esfuerzo tenga más sentido, y para que el anhelado reencuentro con su gente empiece a estar un poco más cerca.