miércoles, 17 de septiembre de 2014

EN CALETA OLIVIA, EN EL SUR DEL PAIS, CAMBA TAMBIEN PLANTO BANDERA

En la era de las comunicaciones, los medios hacen que las distancias de los hinchas con sus clubes ya no sean tanta. Está comprobado que Defensores de Cambaceres no sólo tiene hinchas en la región. Hay casos de simpatizantes diseminados en diferentes lugares del país. Quizás este caso se trate del hincha más austral. Gastón Rodríguez vive en la ciudad de Calela Olivia, en la provincia de Santa Cruz, y desde allí palpita cada paso de su querido Rojo.
Este particular simpatizantes nos contó que “habitualmente en el interior del país sos  hincha de Boca o de River, y cuando de niño me preguntaban de que cuadro era, yo les decía de Cambaceres.
¿Uno se hace o se nace?  Calculo que se nace, porque en los 70 cuando nací, el equipo de Huracán de Comodoro Rivadavia, (vivo a 70 km, para los patagónicos es muy cerca) andaba muy bien, tranquilamente pude ser hincha del Globo, pero la genética pudo más.
Mi abuelo, Oscar Ferreyra, era un morocho nacido en Ensenada, allá por el 16 de
diciembre del 1907, que desde muy pequeño comenzó a caminar las calles empedradas y embarradas de esa ciudad, para ganarse el pan de cada día, buscar carbonilla en el puerto, alguna fruta que le daba un marinero que bajaba de algún buque. En fin siempre tuvo que pelear de frente a la vida, cosa que orgullosamente y con lágrimas en los ojos nos lo contaba a todos con la frente bien alta”.
Gastón continuó con su relato de esta manera: “La adolescencia fue llegando y también los sacrificios fueron mayores. Dejar antes de tiempo el colegio para ir a lustrar botas al puerto o a la estación, hacer mandados a los vecinos, y siempre ir pateando una piedra, una lata o una pelota de trapo, simulando que fuera la gloriosa n° 5 que siempre soñó tener y solo lo podían los hijos de…
Su vecina de fondo era María Moltrazio, hija de inmigrantes genoveses; gringos fuertes, que como muchos europeos que vinieron a nuestro país nos dejaron costumbres y tradiciones, a las que ellos también se tuvieron que acoger a las nuestras. Con la unión de este morocho criollo y de la gringa de ojitos color del cielo, nacieron tres hijas Edith, Susana y María del Carmen”.
Luego agregó que “Ferreyra ya tenía fama de correr ligerito, es por eso que un día junto a otros amigos del barrio decidieron llegarse a la cancha. Allí formaron un grupo de muy buenos amigos y jugadores, entre ellos: Lachaga, Ghio, Gonzalez, Diseco, Sabio, Ibeli, Garcia, Pinini, López, Ronco, Georgetti, Pocai, Alvarez, Zappini, Milone, Vacareza, Ruth…. Y otros “craks” que pertenecieron a la 2° división del año 1924.
Honestamente  creo que por aquellos años nació la pasión de la familia por la “camisa colorada”. El destino le ofreció tres nietas y tres nietos, mientras íbamos naciendo, el Tata Oscar, wing derecho pegado a la raya, (como él decía que jugaba) nos asociaba al club. Fabiana, Fernanda y Marcela vivían en Tolosa y podían ir seguido a la cancha, Ricardo, Juan y yo, (Gastón) solo cuando íbamos de vacaciones, siempre acompañados por nuestro Tata”.
En otro tramo de su historia, Gastón contó que “recuerdos imborrables llegan a mi corazón cuando veo las imágenes por Internet, me veo trepado al alambrado sostenido por mi abuelo que siempre nos llevaba. Además por las distancias y las épocas que vivíamos, cuando recibíamos noticias del Camba era por intermedio de alguna encomienda con los recortes del diario y algún que otro banderín o gorrito.
Allá por los 90, en ocasión que me encontraba estudiando allí, me anoto a una prueba  de convocatoria de nuevos jugadores. Cuando me llamaron del club para la prueba no lo podía creer. Estuve una semana con el Sr Ignomiriello, encargado de la selección de los nuevos baluartes, se ve que mis condiciones no deslumbraron, tenía que suplantar al Sr José Luis Calderón, un “moustro”. Mi único logro fue pisar el césped del estadio, aquel césped que de niño solo lo miraba colgado del alambrado.
El tiempo pasa rápido, pero para aquellos nostalgiosos como uno, lo sufrimos mucho, hoy Oscar Ferreyra, aquel “moreno que la descocía y le pegaba con tres dedos” descansa en mi ciudad Caleta Olivia. En su nicho tiene dos objetos que nosotros sabemos que el los amaba muchísimo, una réplica de una locomotora (se jubiló como ferroviario) y un recorte del diario El Día cuando subimos a Primera B. Falleció un 29 de abril del 1994. Hasta sus últimos días recortaba de todo diario que leía, lo relacionado a Cambaceres. Para mí sin haberlo visto jugar, tan solo en mis sueños, fue el más grande jugador de fútbol que conocí. Me enseñó ante todo, que dentro y fuera de la cancha se debe ser un caballero y un hombre de ley. Hoy en ésta ciudad  de alrededor de 70.000 habitantes ya hay aproximadamente 30 hinchas y simpatizantes, Doctores, ingenieros abogados, profesionales que se formaron en la ciudad de La Plata y además gente común que solamente vinieron a buscar un futuro mejor como lo hicieron Oscar y María”.
Por último, sostuvo que “a los amigos del Camba les agradezco de corazón por permitirme soñar, con solo apretar una tecla, cerrar los ojos y soñar, soñar y soñar con que estoy en el alambrado como cuando era niño y poder ver lo que uds relatan.
Desde ya le agradezco su atención. Les envío un saludo enorme y  si Dios quiere pronto estaré allí para alentar al ROJO DE ENSENADA”.


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