Ya la escenografía del ascenso no es la misma a la de hace una década
atrás. Ya el fútbol de los más pobres perdió la esencia que lo caracterizaba
hasta hace algunos años. Antes los partidos se jugaban los días sábados y
estaba el colorido de las dos hinchadas. Con el tiempo, se prohibió el ingreso
de los visitantes. Luego, ya casi dejó de jugarse los sábados para ubicar a los
encuentros en días laborales y con muchas complicaciones para acceder para el
hincha común. Ahora la moda parece ser jugar a “puertas cerradas”. Por este
camino, el fútbol del ascenso está agonizando y, lo peor, nada parece detener
esta debacle. ¿Hasta cuándo?