No hay dudas de que Defensores de Cambaceres vive uno de sus
momentos deportivos más críticos de su historia. La posibilidad de sufrir un
descenso a la categoría más baja del fútbol argentino es una situación concreta
y latente. No es el momento de analizar ahora cuáles fueron los motivos que
llevaron al Rojo a esta instancia límite. Ya tendremos tiempo para sacar las
conclusiones.
Sí, urge la necesidad de ir pensando en lo que se viene, de
ir planificando el futuro.
Sea cual fuere el destino que le toque a Camba en las
próximas cuatro jornadas, lo que luego venga será más o tan igual de complicado
que ahora. Las dificultades no se terminarán con la culminación del campeonato.
Lo que viene será un desafío que sólo se podrá superar si el
club se prepara institucionalmente para ello.
Veamos las dos posibilidades. Si Camba logra el objetivo y
consigue escaparle al descenso, estará obligado en la temporada que viene a
concretar una campaña que lo tenga si o si en los primeros lugares. Arrancará
último en el promedio (sin contar a los ascendidos) y a ¡16 puntos! del equipo
más cercano. Y se prevé que haya dos descensos. Obviamente, estará obligado a
jerarquizar su plantel y el interrogante es el de siempre ¿con qué recursos
económicos?
La otra alternativa es la de perder la categoría. Si ello
ocurre, en la “D” sólo pueden jugar seis mayores y el resto juveniles que no
pasen los 23 años de edad y que no registren contratos profesionales en otras
entidades. Tampoco será sencillo armar un equipo que pueda lograr el regreso
rápidamente. Hay muchos clubes que perdieron la divisional y aún no
consiguieron recuperarla.
En el medio de esta delicada situación deportiva, está un
tema prioritario: el institucional. Ese
es el aspecto a fortalecer. No se puede seguir de esta forma. El club debe empezar
a crecer en todos los aspectos.
El 30 de junio culmina el mandato de esta Comisión
Directiva. Raúl Onofri ya anunció que no seguirá como presidente. Se impone un análisis exhaustivo de la
situación y empezar a mirar hacia el futuro. No se puede perder tiempo. Si
bien, estatutariamente, hay una prórroga del mandato de 90 días, hay que
convocar cuanto antes a una asamblea para renovar autoridades. Y es allí donde
hay que trabajar en la búsqueda de una figura presidencial que genere consenso
y que propicie un acercamiento entre los sectores de la institución. Todos
juntos debemos trabajar para sacar al Rojo de esta situación. Hay mucho por hacer,
mucho por mejorar y no hay tiempo que perder.