No hay caso. La caída de Defensores de Cambaceres no se detiene y, lo que es peor, no se sabe cuál es el final. Volvió a perder, tercera derrota consecutiva y sin goles. Berazategui desnudó todos los problemas que tiene este equipo y se llevó una victoria cómoda y merecida por 2 a 0.
La derrota irritó a los hinchas que despidió con silbidos y algunos insultos a los jugadores y al técnico Zuccarelli, que, tras el partido, afirmó que no piensa dar un paso al costado.
A diferencias de otros encuentros donde la falta de contundencia era el argumento para encontrar razones a resultados magros, esta vez el Rojo jugó lisa y llanamente mal. Fue un equipo previsible y vulnerable. Un equipo golpeado desde lo anímico e incapaz de resolver un partido con complicaciones tempraneras.
Porque arrancó el partido como para desbordar al equipo Naranja y a los dos minutos ya estaba abajo en el marcador. Centro de Ponce desde la derecha y cabezazo libre de marcas de Pastor para el 1 a 0. Fue el comienzo del fin para el equipo ensenadense. Golpeado como venía, ese gol tempranero terminó por derrumbarlo. Porque a su habitual falta de ideas y de contundencia en ofensiva, le sumó las tremendas dudas defensivas que terminaron erigiendo a su arquero Juan Ignacio Arias Navarro en la figura de su equipo. Es que el uno tapó no menso de tres situaciones clarísimas para la visita para ampliar mucho antes y definir el pleito. El Rojo fue un manojo de ganas sin ideas y de imprecisiones. Fue demasiado poco frente un equipo sólido y experimentado como el Naranja, que supo como jugar y golpear en los momentos justos.
Con sólo arrestos individuales y entrega no se ganan los partidos. Hacen falta otros condimentos que no se vieron en la tarde de hoy. No hubo juego hilvanado, costó encontrar situaciones francas de peligro (una entrada de Benítez en el primer tiempo, un cabezazo desviado de Jones en el segundo y algún disparo de media distancia). Sin dudas, pocas como para merecer mejor suerte. Berazategui lo hizo simple. Espero con firmeza y atacó con precisión. El segundo gol se veía venir en cualquier momento. Un solo gol de un delantero en quince fechas demuestra el escaso poder ofensivo que tiene este Rojo. Y no hay variantes, porque Zuccarelli insiste en apostar a estos mismos atacantes que siguen enemistados con la red. Entonces, todo se hace cuesta arriba. Más si enfrente a un adversario que sabe lo que quiere. Ni siquiera pudo festejar cuando Maxi Benítez la metió en el arco, pero el árbitro anuló la jugada por infracción previa. Pero no sorprendió que a los 42 miniutos llegara el golazo de Alessandrini. El delantero hizo un golazo. Acomodó la pelota, y desde fuera del área, clavó la pelota contra el poste izquierdo de un indefenso Arias Navarro. Así se define, señores. Para aprender, para marcar la justa diferencia que hay entre uno y otro equipo.
Trece puntos sobre cuarenta y cinco posibles. Pobrísima campaña, lejos del peor comentario pesimista que podía tenerse al comienzo del torneo. El ciclo de Zuccarelli parece llegar al final, pero el interrogante no es ese, sino ¿cómo se sale de esto? Por ahora, no hay una respuesta con argumentos sólidos para tener una ilusión. Al menos, ahora, no la vemos…
La derrota irritó a los hinchas que despidió con silbidos y algunos insultos a los jugadores y al técnico Zuccarelli, que, tras el partido, afirmó que no piensa dar un paso al costado.
A diferencias de otros encuentros donde la falta de contundencia era el argumento para encontrar razones a resultados magros, esta vez el Rojo jugó lisa y llanamente mal. Fue un equipo previsible y vulnerable. Un equipo golpeado desde lo anímico e incapaz de resolver un partido con complicaciones tempraneras.
Porque arrancó el partido como para desbordar al equipo Naranja y a los dos minutos ya estaba abajo en el marcador. Centro de Ponce desde la derecha y cabezazo libre de marcas de Pastor para el 1 a 0. Fue el comienzo del fin para el equipo ensenadense. Golpeado como venía, ese gol tempranero terminó por derrumbarlo. Porque a su habitual falta de ideas y de contundencia en ofensiva, le sumó las tremendas dudas defensivas que terminaron erigiendo a su arquero Juan Ignacio Arias Navarro en la figura de su equipo. Es que el uno tapó no menso de tres situaciones clarísimas para la visita para ampliar mucho antes y definir el pleito. El Rojo fue un manojo de ganas sin ideas y de imprecisiones. Fue demasiado poco frente un equipo sólido y experimentado como el Naranja, que supo como jugar y golpear en los momentos justos.
Con sólo arrestos individuales y entrega no se ganan los partidos. Hacen falta otros condimentos que no se vieron en la tarde de hoy. No hubo juego hilvanado, costó encontrar situaciones francas de peligro (una entrada de Benítez en el primer tiempo, un cabezazo desviado de Jones en el segundo y algún disparo de media distancia). Sin dudas, pocas como para merecer mejor suerte. Berazategui lo hizo simple. Espero con firmeza y atacó con precisión. El segundo gol se veía venir en cualquier momento. Un solo gol de un delantero en quince fechas demuestra el escaso poder ofensivo que tiene este Rojo. Y no hay variantes, porque Zuccarelli insiste en apostar a estos mismos atacantes que siguen enemistados con la red. Entonces, todo se hace cuesta arriba. Más si enfrente a un adversario que sabe lo que quiere. Ni siquiera pudo festejar cuando Maxi Benítez la metió en el arco, pero el árbitro anuló la jugada por infracción previa. Pero no sorprendió que a los 42 miniutos llegara el golazo de Alessandrini. El delantero hizo un golazo. Acomodó la pelota, y desde fuera del área, clavó la pelota contra el poste izquierdo de un indefenso Arias Navarro. Así se define, señores. Para aprender, para marcar la justa diferencia que hay entre uno y otro equipo.
Trece puntos sobre cuarenta y cinco posibles. Pobrísima campaña, lejos del peor comentario pesimista que podía tenerse al comienzo del torneo. El ciclo de Zuccarelli parece llegar al final, pero el interrogante no es ese, sino ¿cómo se sale de esto? Por ahora, no hay una respuesta con argumentos sólidos para tener una ilusión. Al menos, ahora, no la vemos…