Alejo Santa María está muy amargado y es lógico que así sea. Su alejamiento del Rojo debería haber sido de otra manera. Le dio muchos años de su vida como para irse después de un 7 a 0 en contra. Ordenó y cosechó logros en divisiones inferiores como nunca antes se había dado en la historia del club, armó el equipo que luego fue bicampeón en la “C” en la temporada 98/99, salvó al equipo del descenso en la temporada pasada, dio muchas horas de trabajo, sacrificio y honestidad, siempre estuvo al pie del cañón cuando la situación se complicaba y se banco muchos contratiempos.
Está claro que merecía irse de otra manera. Si bien el 7 a 0 fue lapidario, Alejo debió tener una revancha más. Pero los dirigentes no lo quisieron así. Entendieron que era el momento oportuno para cambiar el rumbo y determinaron esta situación. Alejo no renunció, lo echaron. Así de simple.
“Estoy muy amargado, pero quiero agradecerle a todos los jugadores por el apoyo que me brindaron. Pasé 14 años de mi vida en esta entidad y a los 43 años pienso que se cumplió un ciclo y no habrá otra vuelta. Le voy a estar eternamente agradecido a la institución y ojalá puedan salir adelante”, dijo el DT en las últimas horas.
Quienes vimos de cerca su trabajo, sabemos que le dedicó horas y horas y su obsesión por salir adelante. Los resultados le dieron la espalda. Sin embargo, Alejo sabe que hizo las cosas con honestidad y merecía irse de otra manera. Al menos nosotros lo entendemos así.