Nadie dijo que sería facil. Mucho menos un camino de rosas. Aunque tampoco se imaginaba después de el auspicioso debut con Luján una caida en casa contra uno de los más flojos equipos de la categoría: Argentino de Rosario. Pero esta categoría es así. Cualquiera le gana a cualquiera y por eso con poquito el salaito se apoderó de un triunfo que al principio por juego y llegadas no le correspondía. Un gol al final del primer tiempo, y las buenas intenciones de los de Borgarelli se desmoronaron para darle paso a la famosa molesta adaptación a la categoría, con una inesperada caida.
Centro de Manes o de Facundo Muñoz por derecha y cabezazo de Jaime o Massolo. Pero la caprichosa que no entra. Un par de tapadas magníficas de Lacerre y algún susto que no alcanzaba para auyentar las ilusiones que el buen andar del equipo alimentaba. Eso era Cambaceres antes del gol de Rubertone, casi al final del primer tiempo.
Un conjunto de jugadores dispuestos a ser prolijos en el trato del balón para hacer pesar la buena técnica de sus volantes. Sobre todo de Carneiro y Soria. Y para hacer pesar los muy buenos movimientos tácticos de sus delanteros (sobre todo la inteligencia de Massolo para saber poner el cuerpo). Sin embargo, un desborde de García, otra tapada de Lacerre, esta vez a medias, el pase a Rubertone, y el fusilamiento. A Lacerre y al Rojo. Porque ya nunca más volvería a ser el mismo.
De no haber sido por los dos remates sobre el final del incansable "gato" Gamberini que casi le dan el empate. O del empuje voluntarioso de todos también sobre el cierre del partido, hubiéramos dicho que el segundo tiempo estuvo demás. Es que con la derrota parcial Cambaceres se nubló y cambió orden y esmero por enceguecimiento y desesperación. Entonces no le alcanzó ni las evidentes deficiencias defensivas de un Argentino de Rosario que a pura maña, enredó y demoró el partido hasta el final con la complicidad del impresentable y crónico árbitro de la C Gabriel Morandi.
¿Pocos argumentos para que el salaito se lleve una victoria a Rosario? Si los tomamos aisladamente si. Pero si los comparamos con lo que contrapuso Cambaceres no tanto. Es que el empate hubiera estado bien creemos. Pero si se tienen casi 60 minutos para hacerlo, y solo se crea una situación de gol con un tiro de media distancia; ya la cosa parece más criticable. Sobre todo porque los ingresos de Ibáñez, Di Biasi y Náser no aportaron lo que de ellos se esperaba. Aunque es cierto que cuando entraron ya el partido era una gran madeja enredada sin posibilidades de corrección.
Pasemos a lo positivo. Van dos fechas y una gran sensación flota en el ambiente. Cambaceres encontró un arquero muy confiable. Lacerre lo es, y lo demuestra en cada una de sus intervenciones. En el gol, no podía llegar ni el mejor "pato" Fillol. Otra buena, Carneiro maneja muy bien la pelota, las en movimientos y sobre todo las paradas. Y en esta divisional muchos partidos se definen desde esa vías. Si a su buen pie, se le agrega en lo inmediato una compañía como puede ser la de Elías Di Biasi, el panorama puede ser aun mejor. Porque lo de las intenciones, ya lo dijimos, es premisa.
En el debe quedan varias dudas defensivas no por responsabilidad exclusiva de la última línea, que recién se está conociendo, sino como sistema. Cuando ataca se van todos, el chico Muñoz, Manes, Carneiro, Soria o los que entraron en el complemento, y vuleven pocos, y no de la mejor manera. Así sorpendió el equipo rosarino en el primer tiempo, aun cuando el partido estaba empatado.
Pasó la segunda fecha con saldo negativo, por el resultado, y por algunas preocupaciones en el funcionamiento. Pero va demasiado poco como para andar problematizando demasiado. Hay que darle tiempo al tiempo, y al equipo nuevo. Ah, y además hay que dárselo a la famosa adaptación de la categoría. Que a la postre de esta derrota contra Argentino en Ensenada, quedó demostrado que no es ningún cuento...
Por Martín Ortiz (http://www.lasvocesdelascenso.com.ar/)