martes, 14 de abril de 2020

A TUS ATARDECERES ROJOS...


Por Christian D Agnillo

Desapacible tarde gris.  La Paternal, sábado a la tarde y la impaciencia comenzaba a ser indomable. Volvía a rodar la caprichosa y junto a mi vieja cómplice nos entendimos:
- Vamos? Hace frío... no?
- Si te la bancas ...el problema con el frio es por vos no por mí.
Brevísimo café y al 147 blanco a surcar otra coordenada inédita hasta ese entonces, cercanías de Tablada quizás y ver por allí adonde nos depositaba esta vez nuestra pasión en común. Inentendible para ensenadenses, tal vez, largamente justificables para nosotros dos, porteños.
Jornada impiadosa, avenida Crovara al fondo, difícil cruce de camino de Cintura. Los monoblocks de Villegas de un lado y del otro, un gran barrio de emergencia le daban un tinte picante a nuestra
excursión. Pero había que estar, no importaba nada. Nos guiaba el sentir de esa ficción que caprichosamente podía mejorar o no una jornada. Yo con mis valientes e inconscientes dos décadas a cuestas sabia del respeto pero no del temor. Bandera que seguramente recogí de mi aliada. Nos adentramos en terreno rival y no quedó otra que preguntar.
- La primera a la derecha y haces 4 cuadras "nos dijeron los que parecían más pacíficos.
Nos bajamos sacamos las entradas y nos sentimos bieeen visitantes para que mentir. Todos enfundados en celeste y blanco, nosotros pilcha de civil desentonando prácticamente. No conocía la cancha de Liniers, si no me equivoco era nuevita y si mi memoria no me deja mentir habían subido de la D. La expectativa era desbordante para la convocatoria que ese club tiene en el presente. Dos tribunas, una enfrente con los más ruidosos. La otra se suponía nuestra, visitante. También oronda de colorido albiceleste. Nos miramos, pensamos bue, ya estamos acá será jugar al mudito. Más fuerte se hizo nuestro amor cuando el rojo pisó la cancha y la bienvenida no fue gratificante. Estábamos rodeados y supimos que tal vez éramos los únicos hinchas de Camba esa tarde, salvo que algún otro valiente estuviese camuflado.
Del mucho ruido a las nueces...y el nogal fue nuestro entero de punta a punta. La jerarquía que desparramaban los nuestros aumentaba la impotencia de los rivales y ni hablar de los habitantes de las gradas. La baja temperatura ya no molestaba, nos divertíamos en silencio compartiendo los puchos para mitigar el frio. Poco importó no gritar los dos primeros goles. En algún momento bajamos al alambrado a ver desde más cerca. La autoridad y la clase era abismal. Un zaguero imponente, el gitano De Felice ordenaba atrás. Un 10 de hostias, el mago Aragón dejaba de todos los colores las caras de sus marcadores cada vez que intentaban marcarlo. Y un nene que ni tal vez él lo recuerde...no sé si llevaba la 9 o la 11. Se le fue larga una pelota ahí donde estábamos nosotros. Un vendaval de inauditos insultos se desató contra él. Miró a la tribuna, eligió solo a uno y le dijo:
- Sabes cuál es la diferencia entre vos y yo? Acto seguido tomó la camiseta de Camba y la besó. Inigualable souvenir para un amor incondicional para tatuarlo entre los momentos más gloriosos junto a nuestro CAMBACERES. Minutos más tarde convertía ese mismo pibe y nos atrevimos gritar con algo de disimulo el gol de Caldera. Final 3-0. Salimos mezclados con los locales, volvimos al rodado, cerramos la puerta y empezamos a decir adiós a una jornada feliz. Solo atiné a decir:
- Va a ser un buen año.
Ella me cubrió con una sonrisa que llegó de ventana a ventana y asintió.
Ese fue el primer triunfo del año que nuestro CAMBACERES ascendió a la B.
Y a tus atardeceres rojos se acostumbraron mis ojos.