Por JUANCHI GUERRA
(Anécdotas del Rojo)
Una tarde de 1985 fuimos a la cancha de
Argentino de Quilmes junto a un grupo de dirigentes y amigos para ver al Rojo
contra el Mate por el torneo de la C. Defensores venía levantando la
producción, ahora con Ignomiriello como DT. En ese torneo pasaron dos cuerpos
técnicos de entrada, Restelli y Zapata. Fuimos a buscar un buen resultado.
Luchábamos con San Martín de Burzaco para mantener la categoría. La verdad no
esperábamos esto, pero el fútbol es así. Justo ese día el club cumplía 64 años
de vida, era sábado 12 de octubre.
Teníamos preparado un asado y vendimos unas
150 tarjetas. La obligación era ir a la cancha, volver y preparar todo. Cuando
salimos de Ensenada, el día estaba soleado. Parecía una tarde genial pero de
pronto vimos unos nubarrones y se formó una gran tormenta. El partido se jugó y
el primer tiempo terminó 1 a 1. Era chato y el resultado estaba bien. La cancha
estaba dura. De a poco comenzó a llover
finito, hasta que se largó más fuerte y cuando comenzaba el segundo tiempo
comenzaron a caer unos baldazos de agua que parecía que se venía el fin del
mundo. Llovía cada vez más fuerte.
Nosotros todos mojados en la cancha, estoicamente al lado de la techada
oficial. Y en esos instantes del segundo tiempo fue un vendaval y festival de
goles, de todas clases y colores.
El partido se puso 4 a 4. Una locura, con la
lluvia cada vez más fuerte. Faltaban 5 minutos para el final y fue cuando el
Negro Gutiérrez, con un zurdazo impresionante, movió la red del equipo local y
ponía a Defensores en ventaja. Parecía victoria. Pero en el minuto fatal, Chafala
embocó un tiro de media distancia y puso el increíble 5 a 5. El resultado fue
justo, porque los dos jugaron, los dos metieron. Agua, barro, lluvia, goles.
Vimos 10 goles, fue un partido memorable. Tras el partido, regresamos a
Ensenada, nos cambiamos, fuimos a la sede y preparamos los festejos de los 64
años, en una tarde de mucha agua y muchas emociones.