Sabemos que en el ascenso del fútbol argentino, en la
Primera D, los jugadores tienen otra actividad para poder vivir. Al no ser una categoría profesional, los futbolistas
solo perciben viáticos, que no alcanzan a cubrir sus necesidades. En tiempo de
aislamiento, hay jugadores del plantel de Defensores de Cambaceres deben buscar
otras actividades para poder llevar adelante este momento, mientras otros no
pueden desarrollar las tareas que habitualmente hacían.
De acuerdo a una relevamiento que hizo el diario El Día, hay
algunos equipistas que se mantienen en actividad, cumpliendo algunos trabajos
de los que consideran esenciales.
Es el caso de Tomás
Squie, que trabaja en un puesto de frutas y verduras en el Mercado de La
Plata. “Mi horario es de 21 a las 10 de la mañana. Allí descargamos algunos
camiones, pero básicamente preparo los pedidos para los clientes. Cuando
estábamos entrenando, pedía permiso para salir un rato antes y de ahí me iba
derecho a la práctica”.
Por su parte, el medio campista Esteban Coronel atiende su propia barbería en su vivienda de
Florencio Varela. “No trabajé la primera semana de la cuarentena, pero luego
decidí hacerlo por turnos para sumar algún dinero más. Tras atender a cada
cliente, me tomo mi
tiempo para higienizar los elementos utilizados. Esta
semana nació mi primera hija y gasté la poca plata que me quedaba”.
Pero también se dan situaciones de jugadores que cumplen con
otras actividades y que por el Coronavirus están paralizadas. Enzo Caroccia y Tahiel Alegre trabajan
en escuelas de fútbol y Facundo Garzino
posee una cabina de fotos para utilizar en fiestas. O el caso de Diego Lacerra, que trabaja en un
comercio que alquila vajillas y ahora está cerrado.
Historias del ascenso que demuestran hasta que punto los
protagonistas se la rebuscan para vivir al día o como sufren los efectos de la
pandemia.