Tiene 93 años y una memoria y vitalidad digna de una envidia sana. Una trayectoria impresionante en el fútbol argentino, con base en aquel Estudiantes de La Plata que después ganó todo en la década del sesenta. Pero la huella del maestro también pasó por el Rojo. Llegó en el 85, lo salvó del descenso y después sentó las bases para soñar con el ascenso a la B. Da gusto escucharlo. No necesita mayor presentación. Simplemente, Don Miguel Ignomiriello.